Estos luchadores de sumo compiten con sus bebés. El que llore más fuerte gana, ¿con qué sentido lo hacen?
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Esta tradición de más de 400 años está basada en el dicho popular japonés: "Los bebés llorones crecen más rápido".
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En caso de que el bebé se rehuse a llorar entonces el árbitro se pone una máscara de diablo para terminar el trabajo.
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Para ser parte de esta lucha, los bebés no deben de rebasar el año de nacidos.
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Los niños son a menudo vestidos con kimonos en miniatura.
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Esta competencia se lleva acabo en el Día del Niño en Japón, como parte de una festividad nacional.
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Una vez que comienzan a llorar, los bebés son levantados en lo alto para que sus gritos estén más cerca del cielo y fortalezcan la bendición.
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El ritual tiene lugar en todo Japón, pero es más comúnmente realizado estudiantes de sumos en el templo budista de Sensoji en Tokio.
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El concurso está vigilado por un árbitro tradicional de sumo llamado Gyoji, que viste un traje de seda muy elaborado que denota su rango.
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El Gyoji sostiene un abanico de madera para indicar cuándo inicia el combate.
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El festival se celebra el 26 de abril de cada año y es parte de la Semana de Oro, un período de nueve días festivos oficiales que dura desde finales de abril hasta principios de mayo.