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Laura Bush extraña las enchiladas...

La primera dama de Estados Unidos, Laura Bush, está buscando un cocinero que sepa preparar carnes asadas y comida a la Tex-Mex.
21 Feb 2005 – 12:00 AM EST
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Laura Bush le dijo a la revista Newsweek que ella no espera que alguno de los cocineros más célebres, con libros publicados o programas de televisión, estarán interesados en trabajar como cocineros en jefe en la casa presidencial.

Lo que se busca, agregó, es alguien que "realmente sepa de los alimentos típicos estadounidenses".

El anterior cocinero de la Casa Blanca, Walter Scheib III, dejó el puesto después de casi 11 años de cocinar para dos presidentes. La primera dama está buscando un reemplazo que pueda apelar a los paladares de la familia presidencial, nativa de Texas.

"Nos gustan los alimentos picantes de todo tipo" dijo ella a la revista en su ejemplar del 28 de febrero. "Nos gustan, obviamente, la comida Tex-Mex y la barbacoa... George es muy buen comensal".

El cocinero tendrá amplias oportunidades de hacer cenas para la familia presidencial. Los Bush tienen fama de preferir quedarse en la Casa Blanca la mayoría de las noches en lugar de salir a socializar, como sus predecesores.

Laura Bush dijo que salen a cenas de amigos cuando se lo piden.

"Nosotros realmente no recibimos tantas invitaciones a fiestas con cena", dijo ella. "Creo que las personas creen que vamos a invitarlos y eso es lo que hacemos".

La renuncia del chef Scheib fue catalogado como una bomba, pues según algunas fuentes, éste no se fue por su propia voluntad.

Los rumores se han desatado, tanto en los medios como en los "blogs" de internet, donde se recuerda que el chef californiano fue un "fichaje" de la ex primera dama Hillary Clinton, que le contrató para americanizar una cocina que hasta entonces había tenido un claro toque francófilo.

El chef Scheib no ha querido hacer declaraciones sobre las causas de su salida, pero en una entrevista concedida al periódico The New York Times a principios de este mes apuntó a diferencias de concepto entre su cocina y las ideas de la primera dama.

"Hemos estado intentando encontrar una manera de satisfacer los requerimientos estilísticos de la primera dama y ha sido difícil. Básicamente, no he tenido éxito en mis intentos", explicó Scheib.

El ala este se ha puesto rápidamente a buscar un sustituto que sea capaz de hacer tan bien un simple aperitivo como una cena de Estado para 100 comensales.

Los requisitos, según apunta la que fuera secretaria social de Jacqueline Kennedy, Letitia Baldrige, deben ser no sólo un excelente conocimiento de la cocina de Estados Unidos y del extranjero, sino también una personalidad capaz de soportar de buen grado la presión, que tenga don de gentes y que maneje bien las cuentas y los presupuestos.

Y es que el trabajo de chef en el número 1600 de la Avenida Pensilvania requiere estar disponible 24 horas al día, siete días a la semana, para la familia presidencial y los cerca de 2 mil invitados que pasan por allí cada mes.

Para los interesados en el puesto, una recomendación: al presidente Bush le encantan también los bocadillos de jalea y mantequilla de cacahuete.

Lo cierto es que si el presidente Bush acaba de completar una profunda reestructuración en su gobierno para su segundo mandato, la primera dama no se queda atrás y también ha puesto patas arriba el ala este de la Casa Blanca.

En el primer mandato de Bush, Laura dejó una imagen de discreción y dulzura, ha dejado saber que los próximos cuatro años serán muy diferentes: habrá más fiestas, más acontecimientos sociales, más cenas de Estado.

Eso puede causar sorpresa si se recuerda que, en los primeros cuatro años de mandato, los Bush sólo han ofrecido cuatro cenas de Estado. En cambio, George Bush padre y su esposa, Barbara, ofrecieron cuatro en sus seis primeros meses en la Casa Blanca.

"Los Bush organizarán muchos más eventos sociales a partir de ahora, más que en el primer mandato", afirmó el portavoz de Laura Bush, Gordon Johndroe, quien recordó que "los atentados del 11 de septiembre de 2001 cambiaron muchos planes, incluidos los calendarios sociales".

No falta quien recuerde que la primera dama ya no tiene que estar pendiente de más reelecciones y eso le da más libertad para "soltarse el pelo" que en el primer mandato, cuando los Bush se crearon una imagen de irse pronto a la cama y no tener muchas ganas de socializar.

Los cambios ya han empezado a notarse. Por San Valentín, la primera familia de Estados Unidos ofreció una cena formal para 60 invitados en el Salón Azul, definitivamente un cambio con respecto a la fiesta informal que celebraron con amigos de Texas en el área privada de la Casa Blanca el año pasado.

Pero una nueva actitud social conlleva cambios en el organigrama.

De la plantilla del ala este de la Casa Blanca ya han renunciado la jefa de gabinete, Andi Ball, y la secretaria social, Cathy Fenton. La primera quería regresar a Texas y la segunda, hacer uso de su vivienda en Nueva Jersey.

Fenton será reemplazada por Lea Berman, ex secretaria social del vicepresidente Dick Cheney y casada con Wayne Berman, uno de los principales recaudadores de fondos para la campaña presidencial de Bush. A Ball la sustituirá Anita McBride, quien llega del Departamento de Estado.

Del propio Johndroe se rumorea que podría abandonar su puesto en los próximos meses.

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