Dolorosas guerras o catástrofes naturales pueden dejar a ciudades hechas polvo, como ya tristemente lo saben ya los sobrevivientes y refugiados de la guerra en Siria. Sin embargo, hay esperanza en el futuro. Los ejemplos a continuación demuestran que se puede renacer y construir lugares que honran el pasado y mejoran la calidad de vida de sus residentes.
Ha habido sismos que han sacudido ciudades enteras hasta dejarlas en ruinas. Ha habido incendios que las han reducido a cenizas, por no hablar de las guerras, que han consumido a imponentes metrópolis y destrozado su historia.
Fácil –y triste– es ver las secuelas de la guerra civil en Siria, en particular en Alepo (en la foto), ciudad que fuera alguna vez el núcleo del éxito comercial y de la preservación histórica del país, y preguntarse si la ciudad recuperará sus días de gloria. Informes, por otro lado, de los costos crecientes de la lenta recuperación de Katmandú tras el terremoto de 2015 en Nepal, y de la incesante lucha de Japón para reconstruir Tohoku después del tsunami de 2011 dibujan un macabro y desesperanzador cuadro sobre el futuro.
NAZEER AL-KHATIB/AFP/Getty Images
PUBLICIDAD
2/14
Pero las urbes arruinadas, por fortuna, no suelen permanecer como fantasmas para siempre. Cada tragedia trae consigo su resquicio de esperanza, por pequeño que este pueda ser. Cuando una ciudad queda destruida hasta ser irreconocible, la necesidad de reconstruirla pasa a ser una oportunidad, un empezar desde cero, donde la comunidad puede rediseñar su entorno físico y hacerlo más fuerte de lo que era antes.
Para hallar ejemplos, basta con una mirada al pasado. Algunas de las que hoy reconocemos como exitosas megalópolis en todo el mundo, fueron alguna vez víctimas de catástrofes que las redujeron a ruinas. Pero aún después de la peor de las destrucciones, como
en Hiroshima (en la foto), donde la recuperación parecía imposible, las ciudades han sido capaces de levantarse desde el polvo, y, en cierta forma, han renacido como símbolos de modernidad y paz.
Chris McGrath/Getty Images
PUBLICIDAD
3/14
El gran incendio de Chicago, 1871: El fuego se propagó desde un granero en el lado suroeste de Chicago hasta el centro del distrito de negocios. Alimentado por feroces ráfagas, destruyó unos 17,500 edificios y más de 73 millas de calles. Murieron unas 300 personas y 90,000 residentes fueron desplazados. Pero la ciudad tenía una voluntad infatigable, por lo que promulgó nuevos requerimientos de construcción y empezó a reconstruirse incluso antes de que los arquitectos e ingenieros completaran sus planes.
Chicago Public Library
PUBLICIDAD
4/14
Pese a algunos ásperos momentos en la reconstrucción de
Chicago –una depresión a nivel nacional que detuvo la construcción, por ejemplo, y los negocios que de algún modo evitaron los nuevos requerimientos–, en menos de 20 años la ciudad no solo erigió el primer rascacielos del mundo, sino que se convirtió en una referencia en el desarrollo económico y en el transporte.
Yiannis Theologos Michellis/Flickr
PUBLICIDAD
5/14
El Gran Terremoto de San Francisco, 1906: Los tranvías de San Francisco estaban operando apenas semanas después de ocurrir el siniestro que golpeó, con una magnitud de 7.8 grados, la costa de California. Los plomeros ya habían reparado las tuberías de agua y las alcantarillas, mientras que los residentes en buen estado físico iban al trabajo a limpiar los escombros. En unas seis semanas, reabrieron los bancos, y, en unos pocos meses, los trabajadores ya establecían las vías férreas.
Pictorial Parade/Getty Images
PUBLICIDAD
6/14
La reconstrucción sobrevino con rapidez, casi demasiado rápido, según el San Francisco Chronicle, el cual describía la nueva ciudad como una versión más moderna y limpia que su pasado: “El viejo centro Victoriano había desaparecido; los barrios marginales de South of Market habían sido arrasados”, escribió el reportero Carl Nolte. “Fue como hacer borrón y cuenta nueva. La idea era construir estructuras de acero, edificios de primer nivel”.
Didier Bigand/Flickr
PUBLICIDAD
7/14
El Gran Terremoto en la Región de Kanto, Tokio, en 1923: A solo dos minutos de la medianoche del 1 de septiembre de 1923, un sismo de 7.9 grados fue seguido por un maremoto con olas de hasta 40 pies de altura. Al mismo tiempo, un incendio se expandió entre las casas de madera de la capital, devorándolas. 100,000 fallecieron.
USGS Photo Library
PUBLICIDAD
8/14
La tragedia en
Tokio desató el apoyo internacional que implicó sustancialmente a Estados Unidos. Las labores de recuperación fueron del todo menos sencillas. Estuvieron marcadas por la
violencia, y por el
desacuerdo respecto de cómo debería ser la nueva ciudad, y el resentimiento entre las fuerzas japonesas y norteamericanas que habían llegado para prestar su ayuda. Sin embargo, el terremoto marcó un antes y un después en la historia del país asiático. Como Peter Duus, profesor emérito de Historia en Stanford, refirió a la
Smithsonian Magazine, tras el terremoto fue la “primera vez que se intentó, organizadamente, reformar Tokio, a fin de convertirla en una ciudad moderna. De hecho, las labores reconstructivas la posicionaron entre las principales metrópolis del mundo”.
Chris McGrath/Getty Images
PUBLICIDAD
9/14
El Bombardeo de Varsovia, 1944: Los desastres naturales no fueron los únicos responsables de llevar a la destrucción casi absoluta a ciudades enteras. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi arrasó el casco antiguo de la capital polaca como represalia por el Alzamiento de Varsovia, durante el cual la resistencia polaca causó la muerte a unos 20,000 efectivos nazis.
U.S. Library of Congress
PUBLICIDAD
10/14
Para la reconstrucción,
de acuerdo a The Guardian, Varsovia se valió irónicamente de sus ruinas. La ciudad transformó algunos de sus restos en ladrillos, y cuando estos no bastaron, importaron materiales de otras ciudades asoladas. Así, para levantar la ciudad e intentar devolverle su pasado y su gloria, volvieron a la obra del famoso pintor veneciano
Bernardo Bellotto, quien había registrado con exquisita precisión el paisaje varsoviano en sus cuadros para el rey de Polonia.
Tim Alexander Klotz/Flickr
PUBLICIDAD
11/14
Dresde, Alemania, luego de la Segunda Guerra Mundial, 1945: En la Segunda Guerra Mundial, los poderes aliados habían hecho detonar 2,400 toneladas de explosivos y 1,500 toneladas de bombas incendiarias sobre Dresde, con lo que las temperaturas subieron hasta los 3,000 grados Fahrenheit. Tan solo limpiar los escombros tomaría años.
Bundesarchiv/Bild/Wikimedia Commons
PUBLICIDAD
12/14
Los planificadores urbanos querían una nueva imagen para la capital sajona y decidieron ‘resucitar’ solo algunos de sus históricos edificios. La iglesia Frauenkirche, de la que puede decirse que es la atracción principal de la urbe, no quedó reconstruida en un 100% hasta casi de 60 años de transcurrida la guerra. El resto del centro de la ciudad y buena parte de sus suburbios o zonas periféricas fueron despejados con el propósito de erigir una moderna arquitectura que reflejara la era comunista, dada como pocas al bloque prefabricado, según The Washington Post.
Allie Caulfield/Flickr
PUBLICIDAD
13/14
La Guerra Civil en Beirut, 1975-1990: Ya en la historia más moderna, Beirut fue bombardeada hasta dejarla en cenizas durante la guerra civil del Líbano, que duró quince largos años. La ciudad,
como señala The Washington Post, debe servir de lección a Alepo –asumiendo que los combates cesen alguna vez en la urbe siria– acerca de cómo no debe ser rehecha una ciudad devastada.
PATRICK BAZ/AFP/Getty Images
PUBLICIDAD
14/14
Hoy día,
el centro histórico de Beirut es un símbolo de modernidad y lujo, con una arquitectura que sedujo como pocas a la inversión extranjera y disparó su recuperación económica. Pero, por haber sido reconstruida por una compañía privada, también se convirtió en lo que el Post llama una “ciudad excluyente”. Edificaciones históricas fueron derribadas no precisamente a causa de la guerra, sino en plena recuperación, apartando un tanto la ciudad de lo que había sido. Por otra parte, la falta de reconciliación política y el insaciable interés económico ha hecho que la urbe aún adolezca de infraestructura y servicios básicos.