En fotos: La dramática travesía de los migrantes de países vetados por Trump
El Pulitzer español Javier Bauluz hizo un reportaje especial para Univision en el que muestra la desesperada huida de familias en balsa, ferry, autobuses, trenes y largas caminatas a través de Macedonia, Serbia, Hungría, Austria y Alemania. Bauluz sigue el camino de familias enteras, es parte de un colectivo que se divide y se reagrupa según las circunstancias del viaje. Atraviesan la crueldad implacable del mar Mediterráneo, resisten la xenofobia, superan las pérdidas, recomienzan la vida, se refugian de la guerra.
Capítulo 1. Amor y muerte en Lesbos. Dejan todo para encontrar un refugio para sus hijos, desafían al Mediterráneo en frágiles balsas y llegan a Lesbos. Son sirios, iraquíes, afganos, pakistaníes, sudaneses, bangladesíes y de otros muchos países, en un viaje largo e incierto. Luego de tocar tierra y estar a salvo -muchas veces con la ayuda de voluntarios europeos- algunos viajantes quedan en la costa descifrando el horizonte, esperando al ser querido que aún no llega porque tomó otra balsa. Son minutos eternos, a la orilla de un mar cruel. Unas veces hay un encuentro feliz, otras la peor noticia. “De noche y de día, con buen o mal tiempo, las escenas se repiten. Miedo, frío, angustia, alegría, amor, solidaridad y, demasiadas veces, muerte
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Javier Bauluz
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Capítulo 1. Amor y muerte en Lesbos. Los gritos de terror se escuchan en la noche de luna. Las olas embravecidas golpean las piedras y el bote lleno de refugiados procedente de la costa de Turquía. Nico y Fiorella se lanzan por el oscuro barranco, los gritos arrecian al compás del oleaje. Los socorristas voluntarios españoles esquivan las piedras y los árboles hasta llegar al lugar preciso de la isla griega de Lesbos donde evitar otra tragedia. Sus compañeros amarran una cuerda a los vehículos y, en medio del caos y los llantos, empiezan a sacar a los bebés y a los niños más pequeños.
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Javier Bauluz
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Capítulo 2. “No hay cielo ni tierra cuando te hundes en el mar”. La rutina de la isla de Kos, paraíso turístico griego, da la espalda a los cientos de migrantes agradecidos por llegar a salvo. Un antiguo hotel abandonado es ahora un pequeño campo de refugiados improvisado, para dormir en el suelo, mientras gestionan un permiso para continuar el viaje. En una fila fuertemente custodiada, la angustia y el miedo está en cada uno de los hombres, mujeres y niños que esperan por muchas horas para subir al ferry. “Finalmente el barco zarpa hacia Atenas entre los vítores que, desde la cubierta superior, lanzan los refugiados”, cuenta Javier Bauluz en su crónica
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Javier Bauluz
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Capítulo 2. “No hay cielo ni tierra cuando te hundes en el mar”. El mundo de los turistas y de los refugiados apenas coincide en el tiempo y en los lugares. La mayoría de los botes desembarcan al amanecer cuando los turistas todavía duermen en sus hoteles y los refugiados duermen en la calle, lo más cerca posible de la comisaría. Suelen coincidir en el puerto del ferry, pero los oficiales de la Autoridad Portuaria desalojan a gritos y con porra en mano a los que osan dormir en la zona o intentar fotografiar la escena
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Javier Bauluz
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Capítulo 3. “Somos personas, no somos animales”. Los últimos kilómetros para llegar a la frontera de Grecia con Macedonia son recorridos a pie. Las vías del tren aseguran la dirección correcta. Un piquete militar los interrumpe. No hay paso. El grupo se sienta, duerme y espera junto a la basura acumulada de varios días. Los niños asustados y sedientos ven a los funcionarios implacables organizar pequeños grupos para continuar hasta la estación y tomar un tren que llegará hasta Serbia, atestado de familias que intentan no dispersarse. “Mantener junta a la familia es la prioridad absoluta, muchas veces casi misión imposible para los padres y madres. Si se pierden no saben si se podrán volver a encontrar en un camino del que no saben ni adónde va”, describe en la crónica Javier Bauluz
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Javier Bauluz
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Capítulo 3. “Somos personas, no somos animales”. Un policía se lleva detenidos a los dos periodistas. No tienen el permiso escrito, diario, para hacer fotografías en la caótica estación. Tras casi una hora detenidos son puestos en libertad con la amenaza de peores consecuencias. Dos veces más serán detenidos en los siguientes días, afortunadamente sin graves problemas. Pasan las horas y el viejísimo tren de metal se convierte en un horno para las personas hacinadas en su interior. Las escasas botellas de agua se convierten en una necesidad absoluta para los niños, que casi no pueden ni respirar dentro de los vagones. Por las ventanillas abiertas se ven bebés asomados, sujetos por sus agobiados y sudorosos padres, cuyos ojos se iluminan cuando alguien les entrega un poco de agua desde el andén. Las escenas de la estación recuerdan a los vagones de ganado en el que los judíos eran llevados a los campos de exterminio.
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Javier Bauluz
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Capítulo 4. En las vías del Oriente Express. Dentro del tren es casi imposible moverse. Las familias se acomodan unas sobre otras como pueden. No falta espacio para sonreír, contar historias, jugar cartas, hablar de fútbol o simplemente pensar. Finalmente, los grupos se dividen por la forma de continuar la travesía a través de Serbia. Algunos prefieren caminar a pesar de las amenazas de bandidos. Los más cautos caminan por el campo apartado hacia la frontera. En esta zona remota es ahora es la policía Serbia quien les detiene el paso. Más permisos y esperas para poder llegar a Hungría, la ansiada puerta de la Comunidad Europea. Cuenta Javier Bauluz en su crónica que “el viaje continúa entre el miedo a ser asaltados y la esperanza de cruzar la última frontera”
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Javier Bauluz
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Capítulo 4. En las vías del Oriente Express. Bajo una sombra al costado de las vías del tren varios niños juegan alrededor de una amplia familia siria. El saludo en árabe es respondido con sonrisas, fruta y la invitación de unirse al grupo. Los padres cargan a hombros los más pequeños tras abandonar el carrito del bebé para poder caminar más deprisa. El viaje continúa entre el miedo a ser asaltados y la esperanza de cruzar la última frontera
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Javier Bauluz
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Capítulo 5. Xenofobia y rebelión en Hungría. La entrada a Hungría les dio esperanzas, pero pronto entendieron que las dificultades seguirían. Autoridades y civiles agredían sin sentido al grupo, que se preguntaba si sería lo mismo en Alemania. La llegada a Budapest convirtió la estación de tren en un campamento de refugiados, quienes al conocer que el gobierno suspendía los traslados en tren hacia Austria comenzaron una protesta sin precedentes. Un adulto sirio despertó a los que aún dormían para decirles “Así sea caminando llegaremos a Alemania”. La gran marcha se conformó con grupos de familias andando día y noche para salir de Hungría. Agotados, los migrantes aceptaron ser llevados en autobús hasta Austria. Cuenta Bauluz en su crónica que “La gran marcha ha conseguido su objetivo de cambiar la política”
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Javier Bauluz
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Capítulo 5. Xenofobia y rebelión en Hungría. Casi todos duermen cuando llegan varios autobuses. Lo que antes de la rebelión y la marcha era imposible ahora es casi una súplica. Quieren llevarlos a la frontera con Austria. Varias personas se suben, pero pronto se decide que no se fían del gobierno y que nadie les garantiza que no los llevarán a los campos cercados con alambre de espino donde pretendían encerrarlos, como hicieron pocos días antes, con engaños para subirlos a un tren con supuesto destino a Alemania, pero que los llevó a un campo de internamiento. “O todos o ninguno” es la consigna. Todos se bajan. Tras una ardua negociación con la organización caritativa húngara que coordinaba los autobuses enviados por el gobierno se opta por enviar un solo autobús a la frontera y que no salgan los demás hasta que se tenga información directa de su llegada
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Javier Bauluz
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Capítulo 6. Bienvenidos a Europa. Al fin un oficial sonriente da un cortés “Bienvenido a Austria”. Una fila de autobuses nuevos espera la entrada de los refugiados camino a Alemania. Sin gritos, sin tensión. Voluntarios austríacos reciben a los migrantes con frutas, pasteles, té. Los viajeros no saben cómo agradecer tanto. Médicos, la Cruz Roja, caras alegres, comida caliente, todo lo que no habían visto en meses. La xenofobia se esfumó. Salen en tren a Alemania con ropa limpia, pasan por Munich casi dormidos hasta llegar a Frankfurt, donde nadie los espera. Salen de la estación y se confunden entre la gente. “Parece que por fin hemos llegado a Europa”, cita a un joven iraquí Javier Bauluz
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Javier Bauluz
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Capítulo 6. Bienvenidos a Europa. Un nuevo tren llega. Va decorado con unos grandes rótulos de publicidad que ocupan todo el exterior del vagón. “Willkomen”, dice parte del texto rodeado por grandes caras impresas de jóvenes rubios sonrientes sentados a una mesa. El fotoperiodista se desespera cada vez que se abre y cierra la puerta corredera automática, que tapa el cartel publicitario, con la entrada y salida de voluntarios repartiendo botellas de agua y algo de comida a los felices y cansados pasajeros. Enmarcada por el colorido anuncio, una madre se instala en su asiento con dos niños y un bebé. Finalmente se sienta y abraza con ternura al bebé. La cámara registra el instante preciso que el periodista esperaba con ansiedad.
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Javier Bauluz
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El camino hacia la libertad. La Historia está dividida en 6 capítulos. Cada uno de ellos es un punto clave de la travesía del fotógrafo junto a los refugiados, completada por cualquier medio posible: balsa, ferry, autobús, tren y largas caminatas a través de Macedonia, Serbia, Hungría, Austria y Alemania. A través del mapa seguimos la ruta de un viaje protagonizado por la mirada de los niños. Imágenes conmovedoras y necesarias
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