El domingo concluyeron los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, Rusia.
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Entre acusaciones contra el presidente Vladimir Putin por represión contra la comunidad gay, los Olímpicos avanzaron.
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Otro tema polémico fue la seguridad, se temían atentados terroristas.
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Pero este domingo ambos temas parecieron ser olvidados por un par de horas.
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Con una impresionante ceremonia de clausura los Juego Olímpicos rusos bajaron el telón.
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Para su cierre espectacular Rusia explotó una de sus mayores joyas: la cultura.
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¿Alguien puede negar que los bailarines rusos destacan entre los mejores del mundo?
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¿O la increíble calidad de su legado circense?
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¿Qué decir de la música y la pintura?
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¿O de la larga lista de literatos rusos que han enamorado al mundo?
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Así fue como la Rusia de Putin dio un inolvidable adiós.
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El ballet, el circo y los clásicos de la música y la literatura rusas brillaron el domingo en la ceremonia de clausura.
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Rusia estalló en emoción al saber que terminó número uno en el medallero.
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Rusia dejó atrás el escándalo gracias a sus atletas que conquistaron 32 medallas.
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Los rusos terminaron con 13 oros, 11 platas y nueve bronces.
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La ceremonia se llevó a cabo en el impresionante estadio Fisht, localizado a orillas del mar Negro.
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Ante 40,000 espectadores y millones de televidentes, los rusos dijeron adiós.
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No faltaron los míticos ballets Bolshoi y Mariinski.
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Dominó una enorme carpa circense.
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Retratos gigantes de clásicos de la literatura rusa como León Tolstoi, Fiodor Dovstoyevski o Alexánder Pushkin.
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En la música no podía faltar el gran Rajmaninov.
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Una representación de la aldea de Marc Chagall, en forma de mundo al revés.
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Una banda militar de tambores y 62 pianos de cola en el escenario.
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Fueron parte de un espectáculo cuyos autores se permitieron el lujo de reírse de sí mismos.
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Y es que, en un guiño al pequeño fallo técnico ocurrido en la ceremonia de inauguración de los Juegos hace 16 días.
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En la inauguración el quinto anillo olímpico de luces no se llegó a desplegar por unos instantes.
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El domingo repitieron la misma escena sobre el campo del estadio, solo que ésta de forma intencionada.
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La alusión al fallo tan comentado por los medios el 7 de febrero fue recibida con una ovación por los espectadores, que supieron apreciar la broma.
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Antes de pasar el testigo a Corea del Sur, anfitrión de los próximos Juegos de Invierno.
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Rusia se recreó en su acervo artístico.
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Un espectáculo diferente del de la apertura, que se centró en un repaso de sus hitos históricos.
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El fuego olímpico fue apagado por las tres mascotas gigantes.
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Un oso polar, una liebre y un leopardo de las nieves.
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Bajo los acordes de la música de Eduard Artiemev, banda sonora de la película soviética "Propio entre ajenos, asalto al tren blindado".
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Tras extinguirse la llama, de los ojos del oso comenzaron a brotar lágrimas mientras sonaba el tema de "Hasta la vista Moscú".
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Fue otro guiño, esta vez a la clausura de los Juegos Olímpicos de Verano de 1980.
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Una vez más, como en la apertura de los Juegos, fue la niña Liuba la protagonista y guía del espectáculo.
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En compañía de los payasos Yuri y Valentina y otros famosos artistas circenses rusos.
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La pequeña hizo un recorrido por la cultura clásica rusa.
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La entrada de la selección rusa, en la tradicional parada de los deportistas olímpicos, fue recibida con estruendosos aplausos.
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En reconocimiento a su triunfo deportivo, ya que batieron el récord de medallas no solo de Rusia sino de la Unión Soviética.
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Por su parte, la bandera de los deportistas ucranianos, cuyo país vivió el sábado el triunfo de una revolución popular, fue enarbolada con un crespón negro en recuerdo de los caídos.
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La excursión por el arte ruso de la niña Liuba y sus amigos terminó con un gran espectáculo circense.
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En el circo ruso de clausura participaron casi 400 acróbatas, gimnastas y malabaristas.
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La carpa fue el marco de la explosión circense.
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En la que los acróbatas sorprendieron a Sochi.
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Un camión repleto de artistas arribó al centro del estadio.
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Este artista tiene la carpa completa en sus manos.
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¿Qué te parece esta bella imagen?
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Desde la tribuna, el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro, Dmitri Medvédev, asistían satisfechos a la culminación de los Juegos.
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Rusia invirtió $50,000 millones en los Juegos Olímpicos de Sochi.
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La increíble inversión los convierte en los más caros de la historia.
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La clausura de la Olimpiada blanca coincidió en Rusia con otra fiesta, el Día del Defensor de la Patria, antiguo día del Ejército soviético.
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Después de la ceremonia de traspaso de la bandera olímpica a la ciudad surcoreana de PyeongCheang.
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Se escenificó un pequeño espectáculo de ocho minutos sobre la historia del arte en Corea.
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La clausura concluyó con un mar de flores sobre el campo del estadio y un estallido de fuegos artificiales.
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El presidente ruso, Vladímir Putin, acaparó todos los honores durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.
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Pese a los malos augurios los Olímpicos, fueron un éxito organizativo y se saldaron sin controversias extradeportivas.
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Putin no subió ni una sola vez al podio para recoger una medalla, pero fue la gran figura de los Juegos.
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Por si fuera poco, contra todo pronóstico, Rusia encabezó el medallero con 32 metales.
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Los rusos sumaron 13 de oro, 11 de plata y 9 de bronce, el doble que en Vancouver (15).
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Al triunfo ruso contribuyeron dos deportistas nacidos en Corea del Sur, Víctor An, y Estados Unidos, Vic Wilde.
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Sus historias en un país poco dado a conceder ciudadanías por motivos deportivos.
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Son una demostración de que Putin no estaba dispuesto a escatimar esfuerzos con tal de garantizar el éxito de los Juegos, los más caros de la historia.
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An, triple campeón olímpico en Turín (2006), se rompió la rodilla en 2008.
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Dicha lesión estuvo a punto de acabar con su carrera, pero tras ser descartado por su propia país, decidió probar suerte en Rusia, a la que regaló tres oros en Sochi.
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El caso del norteamericano Wilde es aún más inspirador.
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Fue el amor a una colega de profesión, Aliona Zavarzina, la que le llevó a solicitar el pasaporte ruso en 2011.
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Y tres años después subir a lo más alto del podio en dos ocasiones por Rusia.
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La única mancha deportiva para el país anfitrión fue el hockey sobre hielo.
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Decepción que quedó marcada a sangre y fuego en el compungido rostro de Putin.
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El hockey ruso cayó ante Finlandia en los cuartos de final.
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Las altas temperaturas de Sochi también causaron algunos problemas.
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Ya que trajeron consigo la niebla y la falta de visibilidad, lo que obligó a aplazar algunas competiciones, pero sin llegar a alterar el calendario olímpico.
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No obstante, el líder ruso puede estar de enhorabuena.
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Ya que las extraordinarias medidas de seguridad abortaron no sólo los atentados terroristas, sino también cualquier protesta antigubernamental.
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A fe que algunos lo intentaron, como las famosas integrantes del grupo punk Pussy Riot.
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Nadezhda Tolokónnikova y María Aliójina, que intentaron escenificar otra plegaria punk.
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Las Pussy Riot intentaron cantar: "Putin nos enseñará a amar a la patria".
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En varias ocasiones, intentaron atraer atención mediática a sus demandas, pero, aunque fueron detenidas e incluso atacadas por los policías.
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Los medios internacionales estaban centrados en la competición, lo que acalló sus protestas.
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No obstante la exdiputada italiana Vladímir Luxuria, conocida defensora de los derechos de los transexuales fue detenida violentamente por los policías.
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Pese a todo, los grandes protagonistas fueron los atletas.