TAMPA, Florida.- En los viveros del sur de Florida, donde el aire húmedo parece nunca enfriarse, muchas trabajadoras agrícolas enfrentan una lucha silenciosa entre la necesidad de mantener un ingreso y el riesgo que el calor extremo representa para sus embarazos.
Embarazadas bajo el sol de Florida: el calor extremo amenaza a las trabajadoras agrícolas
Muchas mujeres continúan laborando en viveros pese a sufrir síntomas graves por miedo a perder su empleo.

“Yo he querido también dejar el trabajo, pero tengo que luchar por ellos”, dice a AP una trabajadora de un vivero en el centro de Florida, refiriéndose a sus hijos. Su historia se repite entre decenas de mujeres inmigrantes, en su mayoría latinas, que laboran largas jornadas entre plantas tropicales bajo temperaturas que superan los 38 grados Celsius.
Una de ellas recuerda haber trabajado en 2010, cuando tenía cuatro meses de embarazo, cargando macetas pesadas y agachándose durante horas para plantar y desherbar. Un día sintió calambres abdominales y más tarde notó sangre. “Ahí (en el hospital) me dijeron que ya había perdido al bebé”, relató. Cree que el esfuerzo físico, sumado al calor, provocó el aborto.
Otra trabajadora, también en Florida, trabajó durante cuatro meses de embarazo en 2024. Vomitaba incluso después de beber agua y sufría dolores de cabeza y náuseas constantes. Su bebé nació prematuro, a los siete meses. “Él (el médico) me dijo que me mantuve mucho agachada y… no me alimentaba bien por lo mismo, por el calor”, explicó.
Los expertos advierten que el calor extremo es especialmente peligroso para las mujeres embarazadas, cuyo cuerpo trabaja más para mantenerse fresco. La exposición prolongada puede derivar en deshidratación, presión arterial alta, partos prematuros o incluso muerte fetal, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
A pesar de esos riesgos, en Florida no existen regulaciones estatales que obliguen a los empleadores a ofrecer sombra, pausas o agua a sus trabajadores en días de calor extremo. Por el contrario, el estado ha prohibido a los gobiernos locales imponer sus propias normas de protección, lo que deja a miles de trabajadoras sin amparo.
“Hay veces que me dolía la espalda, me dolía todo el cuerpo… pero más que nada tenía que hacerlo”, contó otra mujer que trabaja en viveros del condado de Palm Beach. “Si no, nadie me va a pagar los biles”.
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Trabajadoras embarazadas temen represalias o la deportación
Muchas de estas trabajadoras, además, temen denunciar abusos o condiciones inseguras por miedo a perder su empleo o a ser reportadas ante las autoridades migratorias. “Los trabajadores agrícolas son menos propensos a exigir condiciones seguras porque temen represalias o deportación”, explicó Juan Declet-Barreto, científico social de la Unión de Científicos Conscientes.
Yunuen Ibarra, directora de programas de la organización Líderes Campesinas, advirtió que algunas mujeres que han sido víctimas de acoso sexual en el trabajo se cubren con más ropa para protegerse, lo que eleva su temperatura corporal y agrava los efectos del calor.
A medida que el cambio climático intensifica las olas de calor, el riesgo aumenta. “No podemos evitar que las temperaturas suban”, dijo Ibarra, “pero sí podemos evitar que los trabajadores agrícolas mueran, se sientan enfermos o queden discapacitados por enfermedades relacionadas con el calor.”














