El golpe de calor en los campos agrícolas de California ha llegado a cobrar la vida de campesinos que trabajan en condiciones extremas durante los meses de verano, cuando la temperatura ambiente supera los 100 grados Fahrenheit (37 centígrados), mientras que su labor es remunerada al mínimo y sin pago de tiempo extra pese a que sus jornadas sean de 10 horas.