A un mes de su muerte, el nombre de Marcela Herrera se convierte en un grito de justicia en Pilsen
La vida de Marcela Herrera se detuvo el 19 de julio en una calle de Chicago. A un mes de su partida, su familia mantiene viva la exigencia de justicia y no cesa en la búsqueda del conductor que la atropelló. Herrera estaba comprometida y tenía previsto casarse el 21 de agosto.
El 19 de julio,
Marcela Herrera perdió la vida al ser atropellada
cuando caminaba rumbo a cenar con su prometido, a tan solo un mes de su boda. Desde entonces, su familia y amigos no han dejado de buscar al responsable.
Natalia Girard
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Con una cuenta en redes sociales,
publican diariamente fotografías y videos en los que recuerdan a Marcela y difunden los datos del vehículo que la atropelló:
un Dodge Journey de cuatro puertas, color oscuro, con el faro derecho roto y posibles daños en el parachoques y panel lateral delantero.
Natalia Girard
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Cada día, sus seres queridos
recorren las calles repartiendo volantes y colocando carteles en paredes y automóviles. En la esquina donde murió,
Ashland y Cullerton, en Pilsen se ha convertido en un altar improvisado que recuerda a quienes pasan por ahí lo que sucedió y la ausencia que dejó.
En un globo rojo, firmado con un corazón, se lee: “Te amo con todo mi corazón, mi Marce. Te extrañaré y te llevaré conmigo siempre”.
Natalia Girard
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La familia también
ha organizado eventos comunitarios para recaudar fondos que les permitan continuar con la búsqueda. Se han vendido
camisetas, stickers y botones creados por artistas locales en memoria de Marcela.
Natalia Girard
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El martes 19 de agosto, al cumplirse un mes de su muerte, familiares y amigos se reunieron frente al
Departamento de Policía para exigir avances en la investigación. Sus padres expresaron que hasta el momento no han recibido respuesta del detective encargado del caso.
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El acto incluyó un momento simbólico con música: una mujer interpretó con guitarra la canción “Amor Eterno”, mientras los asistentes la tarareaban y otros miraban al horizonte.
Posteriormente, caminaron hasta el lugar donde ocurrió el accidente. Al inicio, con voz entrecortada comenzaron a gritar el nombre de Marcela, pero poco a poco ese clamor fue cobrando fuerza y se unió a la palabra que hoy repiten con mayor insistencia:
“Justicia”.
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A un mes de su partida y a un día de lo que iba a ser uno de los momentos más felices de su vida,
su boda con Mauricio Leyva, la exigencia de su familia permanece clara: que el caso no quede en el olvido y que se haga justicia
por Marcela Herrera.