Por primera vez desde que se convirtió en madre, la duquesa de Sussex salió de viaje sin su esposo el príncipe Harry y su hijo Archie. Meghan tomó un vuelo con destino a Nueva York para apoyar a su amiga Serena Williams en la final del US Open, y para contrarrestar los efectos que provocan el 'jet lag', Markle optó por tomar una clase de yoga en un lugar al que le gustaba frecuentar.