En el pasado, los miembros de la familia real británica no solían llevar a sus hijos a giras oficiales en el extranjero a edades tempranas. Sin embargo, Lady Diana fue la primera en romper esa tradición en 1983 cuando se negó a dejar al príncipe William de 9 meses en casa, mientras ella y su esposo el príncipe Carlos cumplían con algunos compromisos fuera del Reino Unido.