¿Una historia que se repite? La otra cara del Holocausto: los refugiados de guerra

Todos sabemos el horror que significó el Holocausto: la persecución y el asesinato de seis millones de judíos por parte del régimen nazi.

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Acerca de ese período negro, hay muchas historias: algunas con final feliz, otras que nunca pudieron ser contadas, pero todas llenas de angustia, miedo y ansiedad por tener que vivir una realidad desgarradora. Dentro de esas historias, se encuentran la de Irene Rabinow de Brustein y Alejandro Landman, dos refugiados de la Segunda Guerra Mundial.

Los refugiados: la cara desconocida

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El continente europeo quedó arrasado tras los conflictos de la Segunda Guerra Mundial y el avance del régimen nazi. Y dentro de este contexto de destrucción generalizada, los judíos representaron uno de los grupos más afectados. Y no solo porque fueron asesinados de forma masiva en campos de concentración: también porque se vieron impulsados a dejarlo todo para escapar de este terrible destino.

El horror de los campos ha oscurecido el conocimiento de la realidad de los refugiados de ese entonces. Pero hoy queremos rescatarla, a través de estas dos historias.

Una nueva vida entre tanta muerte

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Irene Rabinow de Brustein hoy tiene 95 años y vive felizmente en Uruguay. Nació en Polonia y a los 18 años, se enfrentó con lo peor: tener que dejar su hogar y huir junto a su familia para seguir viviendo. Huir durante dos años, para no ser encontrada, huir escondiéndose, y viviendo con ansiedad y temor.

Esta huida le significó temer por la vida de su esposo, viajar de ciudad en ciudad en busca de un lugar en el que poder vivir en paz con su familia y  no poder disfrutar del parto de su hija.

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Irene recuerda claramente la noche que empezaron las contracciones, el toque de queda y el tener que ir a escondidas a la clínica. El parto es uno de los momentos más alegres e importantes de la vida de una mujer, pero ella no lo pudo disfrutar, porque estaba pendiente en todo momento de no ser capturada.

Por fortuna, logró salir a los 10 días de la clínica y volver a su casa (su esposo no sabía que había nacido su bebé). Pero después de vivir eso y sumado a la visita de un oficial de la Gestapo en busca de su marido, Irene tuvo claro que debían abandonar su hogar, una vez más. 

Al igual que Irene, miles de personas fueron refugiados de la guerra, que se desplazaron por Europa, buscando la manera de tener los documentos y poder llegar a un lugar libre de los nazis. En el camino, lo enfrentó todo: violencia, hambre, enfermedades y soledad.

Millones de personas de Bélgica, Holanda, Luxemburgo, todos los países nórdicos, llenaron las rutas europeas buscando escapar y encontrar un nuevo hogar lejos de los nazis.

Una peregrinación marcada por la "suerte"

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Alejandro Landman fue otro refugiado, nació en Polonia y tenía 6 años cuando comenzó la guerra. Incluso vivió en un gueto durante 1 año.

Los guetos durante el régimen nazi se destacaron por el hacinamiento, las carencias de espacio e higiene, las enfermedades, el hambre y las terribles condiciones de vida. Alejandro y su familia sabían que tenían que escapar de allí si querían sobrevivir, porque en el gueto solo se respiraba muerte.

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Él logró escapar junto a su madre y ayudado por la “suerte”, pudo viajar hasta la capital Galicia Oriental. Pasó refugiado y escondido en diferentes hogares que luego de las denuncias tenía que volver a abandonar. Pero la "suerte" no dejó de estar del lado de Alejandro.

Tras abandonar uno de los refugios, se dirigió a un molino corriendo entre los campos y la nieve. Pero en un momento, el hielo debajo de él se rompió y cayó sobre el agua. Quedó atrapado en un cubo de nieve. ¿Cómo hizo para sobrevivir? Su voluntad de seguir caminando, a pesar de estar cubierto de hielo y en temperaturas de -30º, lo salvaron de morir congelado.

Nunca pudo llegar al molino. Perderse también le salvó la vida, aunque se enteró de ello 70 años después. Se pasó de largo en el camino y nunca llegó al molino, pero "justo" ese día la policía había encontrado el refugio del molino y acabado con todos los que allí estaban.

Los refugiados del pasado y los de hoy: ¿estamos repitiendo lo misma historia?

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Alejandro Landman sostiene que con Siria se está repitiendo la historia. A pesar de lo mucho que repudiamos lo sucedido, ¿volvimos a hacer lo mismo?

La llegada masiva de refugiados de diversas naciones al continente europeo y al americano nos evoca, al menos en parte, a los millones de judíos forzados a escapar del antisemitismo.

La xenofobia está muy presente en la actualidad, y si bien hay diferencias históricas e ideológicas entre los refugiados judíos y los refugiados actuales, también hay similitudes, sobre todo por la crisis económica que afectó ambos momentos de la historia.

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Si bien estudios demográficos realizados por las Naciones Unidas sugieren que los niveles actuales de desplazamiento aún no han igualado a los de la Segunda Guerra Mundial, las cifras son preocupantes. 

En ambos casos, los refugiados fueron vistos como “un problema”. Millones de personas han dejados sus hogares, pasando a vivir en campos para desplazados, sin acceso a una buena higiene o alimentación, sin acceso a una educación para sus hijos,  y con muy pocas posibilidades de crecimiento o de tener una vida digna.

Entonces, sí, muchas de las condiciones de hoy en día en Medio Oriente, recuerdan lo vivido en Europa en los años 1930 y 1940: una crisis de refugiados, y una brutal limpieza de poblaciones étnicas. Y no solo ocurren en países con mayoría musulmana, la crisis ha desatado los crímenes de odio y la violencia en el mundo entero.

Recordar el horror del Holocausto y las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial nos sirve para reflexionar. ¿Estamos repitiendo la misma historia?

Recordemos lo pasado, para que no se repita. No miremos a los refugiados de hoy como una amenaza; trabajemos para mejorar la situación de estas millones de personas que enfrentan una realidad tan difícil e injusta.

Por el pasado, por el presente y sobre todo por el futuro.