¿Hacer libros de la basura? Sí, puede parecer un poco extraño al comienzo, pero esa fue la idea que Washington Cucurto, Javier Barilaro y Fernanda Laguna tuvieron para poder crear sus publicaciones durante la crisis económica argentina del 2001. La experiencia se fue replicando en distintos países, primero de Latinoamérica y, más adelante, de África y Europa.
Una alternativa comprometida y sustentable: conoce las editoriales cartoneras

Todo comenzó por Eloísa Cartonera, en Buenos Aires. La idea era hacer publicaciones accesibles como forma de publicar en tiempos de crisis y democratizar la literatura hacia las clases populares. Para lograr este cometido, sus fundadores le compraban el cartón, su materia prima para las tapas, a los «cartoneros» (clasificadores de residuos).
En el taller, no solo se imprimían y confeccionaban los libros; en un inicio este también funcionaba como verdulería.
Los libros, luego de su edición, se imprimen en una Multilit 1250 alemana. Si bien las ediciones son pequeñas (generalmente, de unos 100 ejemplares), el texto editado queda disponible para que otras editoriales cartoneras los publiquen en sus respectivos países. Esto es interesante porque promueve el diálogo entre sistemas literarios, por lo que también es posible «exportar» autores por este medio.
Sin embargo, tal vez las tapas sean lo más interesante de estas publicaciones. El cartón se corta y se pinta a mano, lo que hace que, además de ecológico, cada libro sea único. En ese sentido, la producción va en contra de la producción en serie y la falta de unicidad que los objetos tienen en lo que Walter Benjamin denominó la era de la reproducción mecánica. Esta fabricación artesanal generaría, entonces, no solo tapas originales, sino también objetos únicos y con una energía (aura, según Benjamin) particular.
Puede que esta sea la clave del éxito de estos emprendimientos, aunque también son muy fuertes sus propuestas ecológicas y sociales. Por un lado, las editoriales generan empleo para el armado de los libros y la confección de las tapas. Por otro, les compran el cartón a los clasificadores de residuos a un precio mayor que el del mercado. Por lo tanto, esto supone no solo una alternativa sustentable, sino también comprometida socialmente.
Son innumerables los autores publicados por estas editoriales. Entre ellos, se encuentran grandes nombres de la literatura latinoamericana, como Rodolfo Walsh, Washington Cucurto y César Aira.
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El movimiento cartonero, además, busca difundir la lectura y la escritura con talleres en escuelas y centros educativos. Por otra parte, varias iniciativas de este tipo también trabajan como parte de la rehabilitación de personas privadas de libertad. Un ejemplo de esto es la publicación del libro Retazos por parte de los internos de la Unidad n.º 20 de la cárcel de Salto, Uruguay.
¿Qué te parece esta iniciativa? ¿La conocías?
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