Un paseo por el país de los castores

Si queremos indagar un poco sobre la vida de los laboriosos animales que llamamos castores, lo más recomendable es viajar hacia Norteamérica o Eurasia, las dos regiones del planeta que suelen habitar. En tiempos pasados, se dividían en numerosas especies que poblaban el hemisferio norte, pero muchas poblaciones fueron sufriendo desgastes hasta extinguirse del todo.

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Los castores gustan de construir diques en ríos y arroyos, de los que resultan estanques donde ubican sus madrigueras. Lo más interesante de ellos es el método que emplean para edificar sus estructuras: con sus poderosos dientes derriban altos árboles que luego arrastran hasta el lugar escogido. Allí hacen presas rellenando los postes con ramas, hierbas entrelazadas y barro.

Se considera que estos son los segundos roedores más grandes del mundo. Durante toda su vida crecen hasta alcanzar un peso promedio de 25 kg. Las hembras son tan grandes o mayores que los machos. Su pelaje es grueso y tienen patas traseras palmeadas y anchas colas, en forma de paletas.

Un detalle curioso es que su visión es pobre, pero en compensación poseen los sentidos del olfato, oído y tacto muy agudos. Su dieta favorita consiste en madera de álamo, sauce, aliso, abedul, arce y cerezo; no obstante, también comen semillas diversas y lirios de agua que abundan en sus estanques.

Para nuestra admiración, aunque hacen uso de los árboles, estos animales no perjudican el medioambiente. Por el contrario, los estanques que crean los castores eliminan los sedimentos y contaminantes del agua, así como los sólidos y pesticidas que estos arrastran consigo.

Además, sus humedales de agua son grandes ecosistemas donde habitan especímenes diversos. Se dice que la mayor parte de las especies amenazadas en el norte de América sobreviven gracias a estos hábitats. Y si bien dichos estanques pueden destruir algunos árboles, el resultado de ello es materia muerta, que sirve de base para el desarrollo de nueva flora y fauna en las zonas donde todavía sobreviven estos simpáticos roedores.

Imagen Thinkstock