Un genocidio que nunca deberíamos olvidar: esto es lo que sucedió con los armenios hace más de 100 años

Es importante ponerle nombrar a las cosas, a los hechos, y a los tristes pasajes de nuestra humanidad. ¿Por qué? Porque es la forma de identificarlos, de volverlos reales, de generar conciencia.  

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La importancia de los nombres, de la clasificación de un hecho es más importante de lo que creemos. Recuerdo la historia de un niño contada en un libro de Roberto Canessa -sobreviviente de la tragedia de los Andes y doctor en la actualidad-: ¿qué pasaba? Ese niño tenía una patología congénita, pero esa patología no era conocida, «no tenía nombre», por lo tanto, no tenía solución. A los padres les dijeron que se iba a morir en cuestión de segundos u horas y que no había forma de operarlo porque era algo completamente extraño. En ese momento llegó Canessa para explicar que no tenía nombre porque era la combinación de tres patologías y que sí tenía solución.

¿Acaso si algo no tiene nombre lo tenemos que desatender y quitarle importancia? A veces parece que nuestra mente funciona así, ¿será por eso que los colonizadores lo primero que hacían al llegar a una tierra era nombrar todo? ¿Será porque le tenemos miedo a lo desconocido? No lo sé, pero a veces es preferible «llamar las cosas por su nombre» para que todo el mundo lo entienda. Y lo que le sucedió a los armenios fue una matanza, un genocidio, un holocausto. Fue y no lo deberíamos olvidar. Y, por supuesto, mucho menos deberíamos minimizarlo.

A pesar de las discusiones que hay hasta el día de hoy y de la incesante comparación con el Holocausto, lo que sucedió a comienzos del siglo XX fue realmente un genocidio.

¿Qué es el genocidio armenio?

En la antesala y durante la Primera Guerra Mundial hubo una matanza atroz de armenios. En el mundo había 2 millones de armenios. En 1922 había menos de 400.000. ¿Qué pasó con los demás? Fueron asesinados, expulsados de sus tierras y sin posibilidad de seguir adelante murieron. 1.5 millones de armenios fallecieron en medio de un genocidio.

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Pero, ¿qué es un genocidio? «Es la matanza organizada de un pueblo para poner fin a su existencia colectiva», y eso fue lo que sucedió a comienzos del siglo XX.

¿Quién realizó este holocausto?

Los Jóvenes Turcos -un comité de Unión y Progreso del Imperio Otomano- fueron quienes realizaron este triste suceso de la historia.

Las raíces de este problema se encuentra en el declive del imperio. En 1908 los Jóvenes Turcos tomaron el poder y decidieron modernizar y fortalecer el imperio. Cuando en 1914 comenzó la guerra, se enfrentaron con los rusos para recuperar algunas tierras que habían tomaron. En ese conflicto, los turcos acusaron a los armenios de ponerse del lado de los rusos.

En 1915 cientos de intelectuales armenios fueron detenidos y ejecutados . El 24 de abril de 1915 es la fecha de inicio de este atroz momento. No obstante, esta matanza se extendió hasta 1917 (e incluso hay quienes dicen que antes de la fecha ya se habían efectuado matanzas gigantescas de armenios). Lo que sí se sabe es que desde ese día, ningún armenio tuvo paz ni seguridad, sin importar donde se encontraba. La muerte los perseguía

¿Por qué hay personas que no lo consideran un genocidio?

Ciertos historiadores si bien reconocen la matanza generalizada niegan que se trate de un genocidio. ¿Por qué? Porque no hubo una planificación de antemano.

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En el 48 se firmó una Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que describía al genocidio como «actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Varios países trabajaron para que de esta manera se clasificara lo que sucedió como genocidio y finalmente se confirmó que había sido una matanza, un holocausto, un genocidio. No obstante, Turquía sigue rechazándolo.

¿Cómo decir que no fue un genocidio cuando las cifras son tan tristes y alarmantes? ¿Por qué compararlo con otros exterminios? ¿Un nombre es fundamental para que un hecho adquiera importancia? El genocidio armenio fue y nunca más debería serlo: ni con ellos, ni con los judíos ni con nadie.