En 1912, un cráneo presentado por Charles Dawson dio que hablar entre los científicos. Estos restos cerraban la discusión sobre el eslabón perdido entre humanos y simios. El cráneo tiene espacio para un cerebro humano, pero su mandíbula nos recuerda a un simio. Aunque fue un enorme descubrimiento para muchos, finalmente se declaró que era un fraude y la discusión no paró desde entonces. La conclusión fue que el propio Dawson había falsificado el hallazgo, pero todavía seguía siendo un misterio el porqué o la composición real del fósil.
Un enorme fraude: por fin sabemos cómo está hecho el hombre de Piltdown

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Lo que sabemos ahora

Aunque el cráneo despertó dudas desde un comienzo, el hallazgo de otros especímenes similares y herramientas del período hicieron que muchos creyeran la farsa. Aunque años después se constató que era una mezcla de varios simios pegados de forma bastante precaria, recién ahora se hizo un estudio detallado de los componentes.
Además de un estudio del ADN se realizó una tomografía computada, radiografía y radiocarbono para determinar la antigüedad del hombre de Piltdown. Los resultados determinaron que se trata de restos de un orangután y dos hombres medievales. En cuanto a la forma en que se creó, se usó ácido crómico y hierro para darle el color, grava y masilla para mantener las partes unidas.
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¿Fue Charles Dawson el culpable?

Aunque no lo creas, hay otros nombres que salieron a la luz como posibles responsables de la farsa. Según lo que sabemos ahora, todo el tratamiento al cráneo para falsificarlo fue hecho por un solo hombre. Otro posible culpable es Arthur Smith Woodward, paleontólogo que colaboró con Dawson en la investigación. También se nombra a Pierre Teilhard de Chardin, paleontólogo y sacerdote que conoció el descubrimiento antes que nadie y Arthur Conan Doyle, el famoso escritor.
Sin embargo, los científicos están de acuerdo en que lo más probable es que el propio Charles Dawson fuera el culpable. Para empezar, el era un paleontólogo amateur, sin ningún título que lo acreditara, pero sabía lo que la comunidad científica esperaba. Por otro lado, luego de su muerte los hallazgos cesaron. En algunas cartas personales comentaba su enojo por no lograr entrar a la Royal Society. Es probable que sus ansias de reconocimiento lo llevaran al fraude.









