Trump Presidente: Cuando votar independiente es botar el voto

La democracia es una cosa maravillosa, con muchos fallos, pero maravillosa igual, y absolutamente mejor que la alternativa. Votar es uno de los derechos más poderosos que tenemos como ciudadanos, y el que tantos menosprecian.

Es normal porque los políticos son tan terribles, que la población suele vivir en una especie de estupor desilusionado por que el sistema da la impresión de no respaldarlos. Hay otros que tienen sus ideologías tan claras que sienten una especie de superioridad moral inquebrantable.

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Hoy que tenemos un mundo en el que Donald Trump, un confeso portador de odio y demostrado desastre, es el hombre más poderoso del mundo, estos personajes que prefieren no votar o votar por terceros partidos son el peor de los males.

Por supuesto que estas personas están en todo su derecho de no votar o votar por quien mejor les parezca. Pero cuando hablamos de unas elecciones tan determinantes en las que uno de los candidatos es literalmente una amenaza para todo lo que no sea hombres blancos cisgénero heterosexuales y cristianos, las cosas cambian.

Porque todas esas personas saben, perfectamente, que en un formato político como en de los Estados Unidos, que es bipartidista (es decir que solo dos grandes partidos dominan la escena política) eso de no votar por ninguno de los dos es lo mismo que votar por el malo de la película.

Si sumamos a todas las personas que votaron por terceros partidos en el país, nos da un total de 90 votos electorales perdidos.

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Estos son votos de personas que no querían que ganara Trump, pero que no querían votar por Hillary. Muchos porque eran seguidores de Bernie Sanders, otros más porque son republicanos, pero reconocen que Trump es un error.

En Estados Unidos existe la posibilidad de escribir en la boleta electoral el nombre de un candidato de tu preferencia, si no quieres votar por ninguna de las opciones. Se dice que al menos 11 mil personas votaron por Harambe, el gorila que fue abatido en el zoológico de Cincinnati, hace unos meses.

Se supone que el derecho al voto es sagrado y tu decisión debe ser respetada. Pero cuando se trata de casos tan determinantes, no de que gane un conservador o un liberal, sino de que gane una potencial amenaza humanitaria, que tiene un sin fin de acusaciones que van desde acoso sexual, hasta fraude, y que es incapaz de ser diplomático, además de ser terriblemente temperamental. Las cosas son diferentes.

Si ganaba Hillary Clinton, esas personas iban a pasar cuatro años con una presidenta que no les gustaba. Ahora, esas personas van a vivir cuatro años con un sujeto que no es político, que vive enviando mensajes de odio y que un tweet lo hace perder la compostura. Y es, literalmente, su propia culpa.

¿Habrá valido la pena, para esas personas, haber salvado su postura moral a coste de todo un país?

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