En Argentina se está viviendo un momento histórico: por primera vez se está debatiendo en la Cámara de Senadores el proyecto de legalización y despenalización del aborto.
The Handmaid's Tale llegó al Congreso para reclamar por la ley de aborto en Argentina


Con muchas voces tanto a favor como en contra, son muchas las manifestaciones que se hacen para lograr un impacto en la opinión pública con respecto al aborto. En esta oportunidad, una intervención artística, llamó muchísimo la atención.
El colectivo Periodistas Argentinas dio vida a la serie El cuento de la criada ( The Handmaid's Tale) con el objetivo de reclamar por la sanción del proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Frente al Congreso de La Nación, con capas rojas, velos blancos, con mirada baja y en silencio, las activistas recrearon la obra de la canadiense Margaret Atwood que cuenta una cruel distopía basada en una sociedad que fuerza a través de violaciones sistemáticas a las mujeres de menor rango a gestar niños para las familias más acomodadas.
La escritora es considerada un símbolo para el movimiento feminista y se encuentra muy al tanto sobre lo que está ocurriendo en Argentina con respecto a la sanción de la ley del aborto. Incluso hace pocos días, le escribió por Twitter a la vicepresidenta Gabriela Michetti (una de las más opositoras al proyecto):
«No aparte la mirada de las miles de muertes que hay cada año por abortos ilegales. Deles a las mujeres argentinas el derecho a elegir».
Vicepresident of Argentina @gabimichetti: don't look away from the thousands of deaths every year from ilegal abortions. Give argentinian women the right to choose! #AbortoLegalYa #QueElAbortoSeaLey #NiUnaMenos #AbortoEnSenadoYa @cdnwomenfdn @equalitynow
— Margaret E. Atwood (@MargaretAtwood) June 25, 2018

La autora también publicó una carta abierta en el Diario UNO de Santa Fé de Argentina, en la que plantea su posición con respecto al derecho al aborto:
Carta abierta de Margaret Atwood «A nadie le gusta el aborto, incluso cuando es seguro y legal. No es lo que ninguna mujer elegiría para festejar un sábado por la noche. Pero a nadie le gusta tampoco mujeres sangrando hasta la muerte en un baño por un aborto ilegal. ¿Qué hacer? A lo mejor una manera diferente de acercarse a la respuesta sería preguntar, ¿en qué clase de país querés vivir? ¿En uno en el que cada individuo es libre de tomar decisiones concernientes a la salud y el cuerpo de ella o él, o en uno en el que la mitad de la población es libre y la otra mitad es esclavizada? Las mujeres que no pueden tomar la decisión sobre si tener o no bebés son esclavas, porque el Estado reclama como propiedad a sus cuerpos y al derecho a dictar el uso al que deben someterse sus cuerpos. La única circunstancia similar para los hombres es el reclutamiento en el ejército. En ambos casos existe riesgo para la vida del individuo, pero un conscripto del ejército por lo menos está provisto de comida, ropa y alojamiento. ¡Incluso los criminales en las prisiones tienen derecho a esas cosas! Si el Estado exige el parto forzado, ¿por qué no debería pagar la atención prenatal, el parto mismo, la atención postnatal y, –para los bebés que no se venden a las familias más ricas–, el costo de criar al niño? Y si el Estado está tan interesado en los bebés, ¿por qué no honrar a las mujeres que tienen más bebés respetándolas y sacándolas de la pobreza? Si las mujeres prestan un servicio necesario al Estado –aunque en contra de su voluntad– seguramente se les debería pagar por su trabajo. Si el objetivo es más bebés, estoy segura de que muchas mujeres se resignarían a la tarea si se las recompensara adecuadamente. De lo contrario, se inclinan por seguir la ley natural: los mamíferos placentarios abortarán ante la escasez de recursos. Pero dudo que el Estado esté dispuesto a brindar los recursos necesarios. En cambio, solo quiere reforzar el truco barato habitual: obligar a las mujeres a tener bebés y luego hacer que paguen. Y que paguen. Y que paguen. Como dije, esclavitud. Si se elige tener un bebé, eso es, por supuesto, un asunto diferente. El bebé es un regalo, dado por la vida misma. Pero para ser un regalo, debe ser dado libremente y libremente recibido. Un regalo también puede ser rechazado. Un regalo que no puede ser rechazado no es un regalo, sino un síntoma de tiranía. Decimos que las mujeres «dan a luz». Y las madres que han elegido ser madres sí dan a luz y lo sienten como un regalo. Pero si no han elegido, el nacimiento no es un regalo que ellas dan; es una extorsión contra sus voluntades. Nadie está forzando a las mujeres a tener abortos. Nadie tampoco debería obligarlas a someterse a un parto. Fuerce partos si usted quiere, Argentina, pero por lo menos llame a lo forzado por lo que es. Es esclavitud: es reivindicar poseer y controlar el cuerpo de otra persona, y sacar provecho de eso».
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