La semana pasada me ocurrió algo que no le deseo a nadie: No tuve mi smartphone conmigo durante varios días, teniendo que utilizar un teléfono no inteligente o tonto.
Temporalmente fuera de servicio, 5 cosas terribles que ocurren al estar sin smartphone


En tiempos donde el mundo está preocupado por la guerra o el ébola, mi drama suena ridículo, pero si te pasó alguna vez, quizá estarás de acuerdo con estas 5 cosas terribles que me ocurrieron al tener que vivir, temporalmente, sin smartphone.

Levantarme más temprano
Sacarme de la cama es muy difícil, necesito mi tiempo para hacer la transición desde mis suaves sabanas al duro suelo, lo que era mucho más fácil cuando podía pasarme un tiempo sin levantarme, pero leyendo el diario desde mi smartphone.
Sin mi móvil, no tenía excusa productiva para seguir disfrutando de mi cómodo colchón, por lo que salí de mi cama antes que lo normal y con mala cara.

Estar aislada del mundo
Mi familia y amigos se comunican fundamentalmente por WhatsApp y, mi teléfono tonto y yo no podíamos ser parte de ese exclusivo club, sobre todo cuando tienes que tocar cuatro veces un número para dar con la letra que necesitas.
Me perdí de buenas bromas, informaciones relevantes, posibles salidas y, por sobre todo, me sentí en una isla desierta.

¿Qué me llevo al baño?
De niña nunca entendí esa manía por llevarse un libro o revista al baño, total allí vas con una razón especifica y no a una actividad recreativa. Eso hasta que tuve un smartphone.
Mi smartphone me ayuda a darle un momento de relajo a mi vida cuando estoy en el baño; fui allí donde vencí todos los niveles de ¿Dónde está mi agua?, leí sitios de chismes sin tener que esconderme y otras cosas más. Mi teléfono estúpido no sirve para actividades digestivas.

Salir en automóvil y perderme
Si vives en una ciudad grande, me entenderás cuando digo que, pese a haber nacido y crecido allí, todavía no conozco ni la mitad, por lo que Waze es mi co-piloto ideal.
Claro que sin mi smartphone, mi amigo Waze tampoco viajó conmigo, por lo que varias veces di vueltas de más para llegar a mi destino, lo que es poco amigable con mi tiempo y el medioambiente.

No poder resolver dudas existenciales
Cuando sabes la respuesta a algo, pero por alguna alguna razón no la recuerdas, es muy frustrante, lo que gracias a Siri no me ocurría con tanta frecuencia. Bastaba con apretar un botón y preguntar.
Mi teléfono tonto es también inculto, por lo que si tenía una duda y me frustraba al no tener la respuesta me vi obligada a buscar una computadora y usar Wikipedia, tal como si estuviese en el 2010 con sus cavernas y falta de 4G.
Sí, asumo que soy una adicta al smartphone y reconozco que antes vivía de lo mejor sin mi, ahora, indispensable gadget, pero hoy no logro funcionar sin ese teléfono inteligente.
Por suerte mi telenovela tuvo un final feliz; mi smartphone volvió conmigo, en toda su inmensidad y con su funda rosada, mientras que el teléfono tonto fue exiliado a vivir en el cajón de los gadgets de museo.









