Che, ¿y si nos juntamos a tomar unos mates? Es una de las frases que más decimos los argentinos porque no hay reunión sin nuestra bebida nacional de por medio. Si es invierno, la tomamos caliente con cáscaras de naranja o limón y en verano preparamos tereré con jugo fresco. No importa cómo lo prefieras, el mate significa mucho más que un poco de yerba y una bombilla: es una tradición.
¿Sos fanático del mate? ¡Estas son las 5 cosas que deberías saber!

Por eso, hoy te contamos lo que todo fanático del mate debería saber.
1. Somos una comunidad
Ser argentino significa tomar mate acá y en todo el mundo. El Club del Mate es una página para aprender sobre cómo destapar la bombilla, qué propiedades tiene la yerba y algunas recetas súper curiosas de bizcochuelo y helado. Además, les podés mandar una foto tuya con tu mate y la postean en sus cuentas de Twitter e Instagram. ¡Sumate al club!
2. La yerba mate tiene mucha ciencia
En Argentina existe el Instituto Nacional de la Yerba Mate que concentra toda la información del sector yerbatero. Además de las estadísticas y los datos duros, recomiendan que el agua esté a 84 grados, no mojar toda la yerba y empezar siempre con agua tibia. ¡Que buen dato para tener en cuenta!
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3. El mate como excusa
El mate es un club de conversación, un espacio de intercambio entre angloparlantes e hispanoparlantes nativos. ¡Quién iba a pensar que aprender inglés iba a ser como juntarse con amigos, con mates y tostadas con dulce de leche de por medio!
4. Habemus museo
El Museo del Mate tiene más de 2 mil piezas de mates, bombillas, termos, documentos, libros, yerberas y publicidades. El recorrido guiado dura 15 minutos y puede ser en inglés, francés, portugués, italiano o alemán. Además hay un matebar y una tienda de recuerdos donde te vas a querer comprar todo para tu equipo de mate. Queda en Lavalle 289, frente al río en Tigre, un lugar precioso para ir a pasear.
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5. Había una vez...
Como todas las tradiciones, también hay una leyenda del mate. Yarí, la luna, quería bajar a los bosques de la tierra. Un día Araí, la nube rosada del crepúsculo, la acompañó. Luego de pasear, se acostaron en una cabaña. Un ruido las sorprendió. Era un yaguareté pero un viejo indio las salvó con su flecha. Ambas fueron a su casa en agradecimiento y el viejo les contó qué vivía aislado para proteger a su hija y así obedecer al dios. Al volver al cielo, decidieron premiarlo y sembraron y regaron la tierra. El viejo quedó sorprendido con las plantas que rodeaban su choza.
Yarí había creado la yerba mate como el símbolo de la amistad y les enseñó el modo de tostar la yerba y de tomar el mate. La hija del viejo indio desapareció aunque dicen que se deja ver entre los yerbales paraguayos como una joven hermosa y rubia en cuyos ojos se reflejan la inocencia y la bondad de su alma.
Entre cebada y cebada, nacen las historias. Mi bisabuela era de Saladillo, un partido en el centro de la Provincia de Buenos Aires. Cada vez que venía de visita, me preparaba unos riquísimos mates con leche. Era su manera de demostrarme cariño y de dejar un pedacito de ella para siempre conmigo. Hoy siento ese sabor y me lleva a ella, a mi infancia, a mis raíces. Porque tomar mate no es una rutina ni una costumbre, es una excusa para decir te quiero, me importás, no te olvides de mí.
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