¿Son los medios realmente responsables del éxito de Donald Trump?

Hace algunos años a todo el mundo le parecía ridículo pensar que Donald Trump llegaría a ser el presidente de la nación más poderosa del mundo. Hace algunas semanas, cuando la posibilidad de que de hecho ocurriera era cada vez más tangible, nos preguntábamos si el papel de los medios es responsable de esto.

Cuando Hugo Chávez se asomaba al poder en Venezuela, los medios de comunicación estaban embelesados. El nivel de novedad ponía los ratings por los cielos y había tanto material para exprimir que se engolosinaron. Ahora no tienen otra opción que no sea hablar de él y su legado, y mejor será que sea en positivo.

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Estudiando periodismo siempre me pregunté si la cobertura mediática tendría algo de responsabilidad en lo que estábamos viviendo. La respuesta es, siempre, sí. Porque los medios de comunicación tienen la obligación, por definición, de cubrir lo que ocurre. Pero sobre todo la cuestión está en el cómo lo cubren.

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Si los medios estadounidenses, y mundiales, hubiesen elegido ignorar los esfuerzos electorales de Trump, habría sido una irresponsabilidad tremenda. El deber era ese, el de informar lo que hacían ambos candidatos y todos los otros factores políticos y sociales que intervienen.

El debate debe centrarse en el cómo se trató. Porque si bien es cierto que los medios también son un negocio y necesitan ingresos para poder sostenerse, esto no debería bajo ninguna luz, o corte editorial, deformar la presentación de los hechos.

Donald Trump fue tratado como un espectáculo y no como un candidato a llevar las riendas de un país como Estados Unidos. Claro, así se presentó Trump. Él es un espectáculo, no un presidente o político, ni siquiera hombre de negocios: Es un espectáculo, y uno grotesco.

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Esto vende. Este tipo de personajes controvertidos, ruidosos y coloridos capturan la atención, provocan discusiones, son fábricas de memes, venden periódicos. Todos quieren hablar sobre ellos, demostrar su entereza moral analizando y criticando sus pasos.

Entonces tenemos la fina línea entre informar y sacar provecho. Ahí es donde está el detalle. Por supuesto que los medios debían informar sobre Donald Trump y sus barbaridades, el problema es que le sacaron provecho. Lo vieron, y trataron, como la gallina de los huevos de oro, y ahí es donde cae la culpa.

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Los medios, en general, se han convertido en un espectáculo, muchas veces comprometiendo la información a favor de decirlo antes, aunque esté mal dicho. Para cuando los medios se dieron cuenta e intentaron enmendar su error enfocando su atención en los aspectos más negativos de Trump, que son todos, ya era tarde.

Como dicen, que hablen mal o que hablen bien, lo importante es que hablen. No existe la 'publicidad negativa' y si esto no queda claro después de los resultados electorales estadounidenses, no sé qué más tiene que pasar. Porque este hombre no solo no tiene ni una noción política, sino que carga con acusaciones serias y ahí está.

Los medios deben recordar su puesto y recuperar su posición de informar, no de sacrificar el contenido en favor de lo que vende. Se les llama el cuarto poder por algo, y si no han visto suficiente a Spider-Man, dejen que les recuerde que " Con grandes poderes vienen grandes responsabilidades".

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Pero también debemos pensar, sí es tal negocio para los medios es porque el público así lo permite. Nuestra obsesión con Trump ya sea a favor o en contra, es lo que hace que los medios ganen tanto con él. Entonces ¿no es más bien culpa del público? Sí, también.

Es más o menos una paradoja de "Si no lo vieras no lo pasaríamos" y "Si no lo pasaran no lo veríamos". La gente tiene que ser responsable de lo que ve y hace, y los medios deben transmitir contenido con responsabilidad.

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En definitiva, la culpa es colectiva, entre los medios, los demás políticos, particularmente los republicanos, y la gente. Porque ya tienes que ser racista, sexista, homofóbico, xenofóbico e ignorante para votar a Donald Trump.