Según la ciencia, cuando pensamos en otro idioma nos volvemos menos éticos

El idioma materno es el primer idioma (o los primeros idiomas) que un ser humano aprende. En el período critico del aprendizaje de un niño, este idioma pasa a ser la base de todos los idiomas que aprenderá luego en la vida. En general, las personas hablan mejor, se comunican mejor, entienden mejor y son capaces de reflexionar mejor en este idioma. 

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Cuando comenzamos a aprender otros idiomas, algunos en mayor profundidad que otros, siempre tenemos como base nuestro idioma nativo. Por lo tanto, no importa qué tan buenos seamos en otro idioma, mientras no sea el nativo, siempre será un idioma difícil para nosotros, principalmente al momento de expresarnos y de pensar. 

El idioma y la ética

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Varios estudios científicos reportaron que pensar en otro idioma podría modificar nuestro comportamiento, principalmente nuestra disposición a ser personas éticas. 

En el primer estudio, un grupo de científicos presentó el dilema del tranvía a una serie de personas cuyo idioma nativo era el inglés o el español. El dilema en cuestión es un experimento mental que se basa en determinar el nivel de ética de una persona. En el experimento, los científicos observaron que las personas modificaban sus respuestas cuando la pregunta era postulada en un idioma diferente al nativo. Las respuestas, cuando el idioma no era el nativo, eran menos éticas.

En otro estudio, publicado en la revista  Journal of Experimental Psychology, un grupo de científicos le pidió a personas de juzgar acciones que eran moralmente cuestionables, pero no necesariamente graves. Por ejemplo, un hombre cocinando y comiendo un perro que ya estaba muerto, entre otras. En este caso, nuevamente, aquellas personas que leyeron la anécdota en un idioma distinto al nativo consideraron más éticas estas acciones, que aquellas que las leyeron en su idioma nativo.  

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¿Por qué el idioma cambia nuestra ética?

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Los científicos explican que los juicios son diferentes según acudimos al idioma nativo o no. En cada instancia, se utiliza un distinto modo de pensar. Cuando el idioma no es nativo, se piensa más rápido y se toma una decisión más deliberada y simple, porque el esfuerzo que requiere pensar y reflexionar en ese idioma limita nuestra capacidad cognitiva para reflexionar en mayor profundidad. En cambio, cuando usamos un idioma nativo, acudimos a un pensamiento más cuidadoso y minucioso.

Otra posible explicación es que las diferencias en nuestro nivel de ética derivan de que nuestra lengua materna está cargada de mayor emoción e intensidad que las que aprendemos académicamente. Entonces, cuando juzgamos en un idioma no nativo tenemos menos reacciones emocionales y evaluamos la situación de un modo más frío y metódico.

Los idiomas son mucho más que un simple modo de comunicarnos. Reflejan cómo pensamos, cómo actuamos, nuestra intuición y nuestras emociones. Por más que aprendamos una gran cantidad de idiomas, el que aprendemos desde un principio carga toda una serie de emociones de las cuales no nos podemos separar fácilmente.

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