Más allá de su atractivo estético, la obra Desvío al rojo del artista brasilero Cildo Meireles encierra varias interpretaciones.
¿Qué podemos aprender como sociedad de la habitación roja de Cildo Meireles?

La instalación está ubicada en el parque Inhotim, en el estado de Minas Gerais, también conocido en Brasil como el «Disney del arte». Y es que el parque cuenta con una cantidad increíble de obras de paisajistas reconocidos, además de numerosos pabellones con obras de artes visuales.
Una obra inquietante
Pero vayamos a la obra. Su autor, Cildo Meireles, nació en Río de Janeiro en 1948, y su obra se caracteriza por poner énfasis en la resistencia contra la opresión política en Brasil. Además, se inscribe en el neoconcretismo brasilero, que, entre otras cosas, intentaba borrar los límites entre la vida y el arte.
Desvío al rojo es una obra de técnica mixta compuesta por 3 partes: «Impregnación», «Entorno» y «Desvío». El primer ambiente de la instalación («Impregnación») consiste en una habitación en la que todo (TODO) es de color rojo, incluso los recipientes que están dentro de la heladera. Esto, según el artista, forma parte de una experimentación cromática, aunque también hay otras lecturas.
En el segundo ambiente («Entorno») nos encontramos con un corredor de piso negro. El único objeto que se puede apreciar en el cuarto es un recipiente de vidrio del que sale un líquido rojo. Ya el tercer ambiente («Desvío») es mucho más inquietante. Se trata de una habitación oscura en la que el único objeto presente es una pileta de la que mana permanentemente un hilo de líquido rojo que, obviamente, nos remite a la sangre.
De esta forma, el espectador va pasando de un ambiente alegre y simpático hacia lugares cada vez más inquietantes. Pero ¿qué quiere decir todo esto?
Posibles lecturas
Como toda obra de arte, tiene varias interpretaciones. La primera de ellas es que el primer ambiente, el cuarto rojo, simbolizaría la vida privada, la intimidad. Sin embargo, a la luz de la información que nos aportan los sucesivos espacios, podríamos pensar que todo el mobiliario y los objetos en realidad están teñidos por la sangre.
En esta interpretación, el cuarto oscuro con la pileta representaría lo externo, es decir, la sociedad. Por lo tanto, la «sangre» que corre podría estar representando la violencia, la opresión y la discriminación presentes en ella.
Esta metáfora funciona perfectamente como espejo de nuestra sociedad. Vemos cómo, detrás de algo bonito, simpático y aparentemente en calma, se esconde el dolor de muchos otros que sufren para sostener la estructura social establecida.
Esto es aplicable a un sinnúmero de problemáticas que vivimos en la actualidad, como, por ejemplo, el fenómeno del fast fashion: para acceder a lo bello, ropa nueva a bajo costo, terminamos, sin saberlo, siendo cómplices de los abusos que sufren los trabajadores que la fabrican en otras partes del mundo.
Lo mismo ocurre con muchas otras industrias. Esta obra nos llama a no quedarnos embelesados con el cuarto rojo, sino ir más allá y enfrentarnos a una realidad que, aunque no sea agradable, es necesario conocer para poder activar un proceso de cambio.






