Se creó hace más de 20 años, pero comenzó a cobrar popularidad en el último año en Estados Unidos y rápidamente llegó a Argentina para ser furor entre los adolescentes.
¿Qué es el fidget spinner? El juguete del momento que llegó a Argentina

El « fidget spinner» (girador inquieto) fue diseñado en un principio para ayudar a niños con trastornos como déficit de atención, hiperactividad o autismo, ya que en teoría ayuda a la concentración.
Algo así como cuando estamos en clase o en una reunión y vemos a alguien (o nosotros mismos) jugar con un lápiz, romper una hoja, hacer garabatos o incluso jugar con los cubos antiestrés que utilizan los adultos para canalizar el movimiento y la energía en otra cosa.
Básicamente, es un dispositivo de plástico con forma de trébol de 3 hojas, con un agujero interior, que se puede girar con un dedo por hasta 30 segundos o más. Los hay de todos materiales, colores y luces.
¿Cómo se consigue en Argentina?
En nuestro país se puede adquirir por internet o en locales a la calle, pero es tal el furor que ya se comercializan imitaciones falsas del «fidget spinner». Desde la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, aseguran que pueden ser peligrosos porque no fueron probados antes por un laboratorio.
En el Aeropuerto Internacional de Ezeiza se secuestraron 43 mil piezas en solo 4 días.

En el centro de la polémica
Este juguete fue diseñado para contribuir a mejorar la salud de chicos con diversos trastornos y contrarrestar el estrés, pero la nueva moda es usarlo con fines puramente recreativos.
Lo cierto es técnicamente, jugar con el «fidget spinner» no le hace mal a nadie. El problema es utilizarlo en exceso y que los chicos solo pongan atención en girarlo y ver cómo se mueve en lugar de aprovechar otros juguetes y dispositivos que pueden contribuir a fomentar la creatividad y el desarrollo social o cognitivo.
Una oportunidad
Estamos convencidos de que de todo problema podemos obtener un impacto positivo.
En este caso, comprarle a nuestros hijos uno de estos juguetes puede ser un punto de partida para contarles para qué fueron originalmente diseñados, y en ese contexto, aprender juntos qué es el déficit de atención, la hiperactividad o el trastorno del espectro autista.
De esta forma, nuestros hijos pueden usarlo pero más informados, contribuyendo así a la difusión de información que es una de las bases de la integración social.
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