¿Por qué no te callas? 2 horas de silencio por día te pueden cambiar la vida, dice la ciencia

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Aun sin darnos cuenta, nuestros cerebros están programados para escuchar todos los sonidos del medioambiente, desde un programa televisivo, el tráfico de la calle, hasta el ruido que hacen nuestros vecinos. Sin embargo, esta sobre-estimulación de los sentidos, en especial del oído, puede ser dañina para el organismo, ya que causa elevados niveles de estrés.

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Según estudios científicos, el silencio es un arma poderosa para la regeneración de las células del cerebro. Y el impacto diario causado por los ruidos del entorno puede ser compensado si nos tomamos 2 horas de silencio al día.

Dos horas de silencio al día

Ante la imposibilidad de apagar los sonidos medioambientales que afectan la concentración y aumentan el estrés del cuerpo, la ciencia aconseja hacer uso del silencio. Estudios con ratones probaron cuán importante es esta herramienta para la regeneración del cerebro.

Se usaron diferentes tipos de sonidos y el silencio para monitorizar el efecto que ambos tenían en los cerebros de estos roedores. Lo que encontraron fue sorprendente: cuando se expone a los animales a dos horas de silencio por día, desarrollan nuevas células en el hipocampo, justamente la región relacionada con la memoria, las emociones y los procesos de aprendizaje.

En realidad, que las células del cerebro se regeneren no significa necesariamente que haya mejoras en la salud del cuerpo, pero en este caso sí se constató que las células se convirtieron en neuronas funcionales.

Los expertos consideran que el silencio ayuda a que, en el proceso de regeneración, las células cerebrales se diferencien integrándose al sistema neuronal activo, por lo que literalmente el cerebro crece.

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¿Qué pasa durante el silencio?

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La razón por la cual son importantes estas 2 horas de silencio diarias es que durante ese tiempo el cerebro realiza importantes tareas de internalización y evaluación de toda la información que recopilamos anteriormente.

Se trata de lo que los científicos llaman el “ modo por defecto”, un estado de reposo aparente pero donde en realidad se están produciendo importantes transformaciones en nuestro sistema nervioso. Es en este momento, por ejemplo, donde integramos todos los conocimientos del día, pero también los propios pensamientos, la reflexión sobre quiénes somos y como vemos la realidad.

Se crea un espacio de trabajo de la conciencia que nos permite –sin la distracción de ruidos o actividades impuestas– descubrir nuestro lugar en el mundo externo e interno. Procesos como la autoestima o la autorreflexión, así como los pensamientos profundos e imaginativos, ocurren en este lapso.

Un alivio para el estrés y las tensiones

Es más, el silencio diario no solo nos regenera las células del cerebro. De acuerdo a los expertos, la práctica también se constituye en un alivio para el estrés y las tensiones del mundo exterior. Durante este proceso, la mente se ajusta a la calma y comenzamos a sentirnos relajados y con una paz confortable.

Se trata de un proceso concatenado, donde mientras menos se focalizan los eventos estresantes, más se va regulando la respiración hasta sentirse en un estado que puede parecerse a estar adormecido, aunque de ningún modo hay reposo cerebral.

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Por otro lado, los estudios han demostrado que los ruidos afectan el cerebro porque producen niveles elevados de hormonas de estrés a través de la amígdala, que está asociada con la formación de los recuerdos y las emociones.

Mientras el ruido produce estrés en el organismo, el silencio relaja las tensiones. Se ha estudiado que el silencio de dos horas al día puede ser más relajante que la propia música orientada a estos fines.

Callados mejoramos la atención

Cuando nos sentamos tranquilos en silencio durante dos horas, le estamos dando al cerebro justo lo que necesita: la posibilidad de centrarse. No tienes que hacer nada, es un proceso natural. Se trata de una focalización distinta a la que hacemos por ejemplo mientras estudiamos o al meditar, pues acá lo que sucede es que la mente conscientemente pasa de un pensamiento al otro.

Intencional o no, este proceso nos relentece y permite reflexionar de forma más saludable de lo que en la vida cotidiana. El resultado es que se mejora la atención y la concentración, con una repercusión significativa en las habilidades de aprendizaje y de memorización.

Parafraseando a los Beatles: además de amor, todo lo que necesitamos es dos horas de silencio al día. ¿Qué te parece si comenzamos a practicarlo?