Knut Hamsun es quizá uno de los mejores escritores de la literatura universal. Puede, sin ninguna dificultad, compararse con gigantes como Fyodor Dostoyevsky, Virginia Woolf o James Joyce. Sin embargo, este escritor noruego no es un autor mundialmente conocido, sino una figura de culto para unos pocos. ¿Por qué motivo este premio nobel no se convirtió en uno de los grandes nombres de la literatura?
¿Por qué Knut Hamsun, premio nobel de la literatura, es leído por solo unos pocos?

Lo que se encuentra detrás de esto es la declarada simpatía que Hamsun tuvo con el régimen nazi mientras estos ocupaban Noruega (llegó incluso a reunirse con Hitler). Más allá de lo cuestionable de su postura política, ¿es este realmente motivo suficiente para invalidar la obra de un escritor excepcional?

Leer o no leer, esa es la cuestión
El filósofo alemán Martin Heidegger, por ejemplo, fue simpatizante del régimen nazi. Entonces, ¿deberíamos dejar de leerlo también? Para salir de este dilema, creo que es importante separar la obra de su autor. Los teóricos del arte han repetido hasta el cansancio que una obra es siempre independiente de la persona que la creó. Preguntarnos, por ejemplo, qué quiso decir un autor con determinado libro es una empresa inútil. La obra se independiza de su creador y puede contener significados que este nunca previó. Eso es lo que plantea la teoría de la recepción, que afirma que una obra tiene tantas lecturas como espectadores.
Además, es importante resaltar que, a pesar de sus posturas políticas, ni la obra de Hamsun, ni la de Heidegger son nazis. Es decir que, a diferencia de sus autores, estas no contienen ideologías fascistas ni constituyen propaganda del régimen nazi.

Entonces, ¿vale la pena leer a Knut Hamsun? En mi opinión, son sus libros los que deberían responder esta interrogante, y no su biografía.
Maestro de maestros
La obra de Hamsun es muy difícil de clasificar. No se lo puede inscribir en ningún movimiento literario en concreto. Ya se ha dicho que fue precursor del fluir de la conciencia ( stream of consciousness), técnica narrativa que fue empleada tiempo después por escritores de la talla de Marcel Proust, James Joyce y Virginia Woolf.
Pero ese no es el único aspecto de su escritura que llama la atención, sobre todo si tenemos en mente la época en la que su obra fue publicada (fines del siglo XIX y principios del XX). Una de las cosas que particularmente me gustan de la obra de Hamsun es su visceralidad. Su narrativa es, en cierto modo, cruda, sin filtros, vacilaciones o preocupaciones por el qué dirán. Creo que este puede haber sido uno de los motivos por los que es admirado (al punto que lo consideran el mejor escritor del planeta) por gigantes como Juan Carlos Onetti y Charles Bukowski.

Estampilla sueca con un retrato de Knut Hamsun, circa 1980.
Por los pasos de Raskolnikov
Pero vayamos a sus novelas. Si nunca leíste a Hamsun, yo te recomendaría que comenzaras por Hambre, la novela de 1890 que lo posicionó por primera vez en el mundo literario. Cuenta la historia de un escritor que, literalmente, se está muriendo de hambre. El libro narra sus peripecias en su lucha por la supervivencia en la ciudad de Kristiana (actual Oslo).
Pero quizá lo más interesante sea el análisis psicológico del personaje principal. En este sentido, su obra tiene un punto de contacto con Dostoyevsky (se dice que fue una de sus principales influencias). Sin embargo, mientras Dostoyevsky nos presenta personajes que de alguna manera nos «cierran», es decir, nos introduce en su psicología de un modo que nos parece al menos reconocible (con la que incluso podemos llegar a sentirnos identificados), lo de Hamsun es más bien un salto a lo desconocido.

Sus personajes son inestables, se contradicen y nos dejan con la sensación de que tal vez son genios incomprendidos o, por el contrario, están absolutamente locos. Este podría ser un punto de contacto con La conjura de los necios, de John Kennedy Toole.
En esta novela su personaje principal, Ignatius J. Reilly (que ya fue comparado con el Quijote), nos deja con la misma pregunta incómoda. La incógnita principal que el libro plantea podría resumirse en la siguiente pregunta: ¿es Ignatius un genio en un mundo de necios que se confabulan contra él? ¿O es lisa y llanamente un idiota? Esta cuestión está más que presente en los personajes de Hamsun, y habrá que ver si Toole no leyó sus obras.
Volviendo a Hambre, se dice, además, que su argumento tiene una inspiración autobiográfica. Hamsun realmente sufrió penurias económicas y luchó por ser reconocido como escritor antes de la publicación de esta novela. El personaje principal de alguna forma simboliza la lucha del intelectual por ganarse el sustento económico. Y termina en el fracaso: en el final de la novela el escritor (del que nunca sabemos el nombre) se sube a un barco para trabajar como marinero y se quita los lentes como símbolo de que abandona la escritura y el trabajo intelectual.

Los grandes éxitos
Por otra parte, Pan (1894) es una obra que, sin perder la visceralidad de la que ya hablamos, es delicada, posee una cierta sutileza. Está escrita, según expresó Hamsun, de una forma extremadamente cuidada. Según él, trabajó minuciosamente en cada línea, casi como si fuera un poema (y se nota). En mi opinión, es una joyita imperdible.
Ya Misterios (1892) es una de las obras más inquietantes. En ella se hace patente el análisis de la psicología de sus personajes. El libro cuenta las peripecias de Johan Nigel, un intrigante personaje que llega a un pequeño pueblo de Noruega. En el correr de la novela, en ningún momento nos queda claro si Nigel está loco, está engañando a todos o si incluso llega a engañarse a sí mismo. Lo cierto es que la obra es enigmática e inequívocamente le hace honor a su título.
Luego de Misterios, Hamsun corona esta primera época «juvenil», por decirlo de alguna forma, con Victoria (1898), una historia de amor que explora las brechas de clases sociales y se convirtió en su obra más vendida en el momento de su publicación.
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Pero fue La bendición de la tierra (1917), una obra que exalta las virtudes de la naturaleza y la vida rural, la que le valió un premio Nobel en 1920.
En total, Hamsun escribió 20 novelas, 6 obras y teatro, 3 libros de cuentos e incluso 2 libros de poemas.
A pesar del éxito que estas obras tuvieron en su momento, este escritor terminó su vida en la pobreza. Una vez finalizada la guerra, fue juzgado y sentenciado como traidor a su patria por su colaboración con los nazis, y se vio obligado a pagar una gran suma como resarcimiento económico por sus crímenes.
Más allá de lo turbulento de su vida, sus obras continúan perdurando, aunque tímidamente, en el tiempo gracias a aquellos que reconocen su valor por sobre la antipatía que las elecciones políticas del escritor puedan generar.






