¿Por qué a tu cerebro le gustan las canciones simples y repetitivas?

Las canciones más difundidas y comercializadas en el mundo son relativamente simples, repetitivas y pegadizas. ¿Casualidad? Ciertamente no: existe una explicación científica para este fenómeno.

PUBLICIDAD

A veces sucede que la primera vez que escuchamos una canción quizás no nos guste demasiado, pero si la volvemos a escuchar varias veces más terminamos incluso disfrutándola. ¿Por qué sucede ésto? Porque nuestro cerebro se acostumbra y se familiariza con el ritmo y la métrica de la canción. Veamos un poco más sobre este fenómeno.

Efecto de la mera exposición

Imagen Thinkstock

El efecto o teoría de la mera exposición sostiene que nuestro cerebro podría adaptarse a estímulos poco placenteros si es expuesto a ellos reiteradamente. La idea que está detrás de esta teoría es que normalmente preferimos las cosas que ya conocemos. 

Cuando un sonido nos resulta demasiado estridente, un color demasiado brillante, o un sabor demasiado fuerte, nuestro cerebro tiende a rechazarlo. A medida que nos acostumbramos a ese sonido, color o sabor, nuestro cerebro comienza a aceptarlo y podemos llegar hasta disfrutarlo. 

Imagen Thinkstock

Este efecto también se aplica, por ejemplo, a la toma de decisiones. Al enfrentarnos a un conflicto normalmente optaremos por alternativas que nos proporcionan seguridad, elegiremos el camino seguro, el camino conocido. Aquí te presentamos un video, que explica cómo funciona este fenómeno con las canciones que nos gustan o nos causan rechazo. Recuerda que puedes activar los subtítulos activando el CC, debajo a la derecha.

Este efecto también explica por qué nos acostumbramos a la publicidad, y por qué nos familiarizamos y adquirimos algunas modas que cuando surgieron no nos parecían agradables. La idea es que en la medida en que nos exponemos a determinados estímulos, nuestro cerebro los va aceptando y adaptando para que nos sean más placenteros.

Imagen Thinkstock

En esencia, lo que nos sucede según esta teoría, es muy similar a lo que nos sucede con la forma geométrica de las cosas. Nuestro cerebro tiende a preferir las formas simétricas, por ejemplo, en la cara y el cuerpo de las demás personas, en el orden de los objetos, en el diseño de las habitaciones, etc.

PUBLICIDAD

Interesante, ¿no? ¿Conocías el efecto de la mera exposición? ¿Has notado que te sucede a ti también?