Este 3 de enero de 2017 se realizó la primera sesión del 115º Congreso de los Estados Unidos, compuesto por los senadores y representantes designados tras las pasadas elecciones de 2016, en las que Donald Trump se alzó como ganador.
Polémico e inusual: así fue el comienzo del nuevo Congreso de los Estados Unidos (para continuar la tendencia)

Desde aquellas, todo el proceso de transición entre la administración de Barack Obama y la inminente investidura de Donald Trump ha sido, como mínimo, atípica, y en algunos casos escandalosa y preocupante, por las acciones o los dichos del presidente electo.
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Para no romper con esta tendencia, el debut del nuevo Congreso, con la primera sesión de la Cámara de Representantes estuvo cargado de polémica, tensiones, protestas y algunas cosas inusuales.
El problema de la ética

La Cámara de Representantes —o cámara baja, que compone el Congreso de los Estados Unidos junto al Senado— tiene una comisión de ética que se encarga de establecer las pautas de conducta apropiadas para los representantes y de llevar a cabo investigaciones, en caso de que algún miembro sea acusado de haber violado estos estándares de conducta, generalmente referidos a conflictos de intereses, actividades de campaña, viajes, regalos, etcétera.
La comisión también puede indicar, si considera que hay alguna infracción por parte de un legislador, cuál debería ser la medida de castigo implementada (ya sea suspensión, expulsión o advertencia) que deberá ser votada por sus colegas.
Entre cuestionamientos y críticas
Muchos sostienen que, al estar formada por los mismos representantes (5 de cada partido), que deben investigar o sancionar a sus pares, y que pueden ellos mismos estar sujetos a investigaciones, la comisión es permisiva o indulgente, cuando no directamente corrupta.
La principal crítica es que todo su proceso de investigación o de deliberación es secreto y misterioso.
Si un legislador es acusado de tener conflicto de intereses con una ley que propone o apoya, la comisión puede determinar que no es el caso y que no merece ninguna sanción, pero nadie sabe en qué se basa para llegar a esto.
Las irregularidades favorecen la sospecha de manejos turbios, sobornos o diferentes formas de ejercer influencia en la comisión.
Por todo esto, en 2008 se creó un nuevo departamento, la Oficina de Ética Congresional ( OCE por su sigla en inglés), que funciona de manera paralela e independiente a la comisión de la Cámara de Representantes.
Está formado por 8 miembros no partidarios, que no pertenecen al Congreso actual y que no pueden tener ningún vínculo con el gobierno federal (generalmente son excongresistas).
Además de la independencia respecto a los representantes del Congreso, el departamento busca un control de la ética parlamentaria más abierto, transparente y a la vista de la opinión pública.
Cuando se creó la OCE, en 2008, la vocera de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, aseguró que esto era un esfuerzo para terminar con la “cultura de la corrupción” que domina en Washington.
Una serie de escándalos de corrupción habían tenido lugar en años anteriores, incluyendo uno que terminó con tres legisladores en prisión.
Basta de tanta ética

Paul Ryan, vocero de la Cámara de Representantes
El pasado 2 de enero, unas horas antes de que comenzara la primera sesión del 115º Congreso de los Estados Unidos, los parlamentarios republicanos mantuvieron una reunión secreta a puertas cerradas, en la que sometieron a votación un proyecto que modifica la jurisdicción y las funciones de la OCE.
Por una amplia mayoría, el bloque republicano que ha mantenido la mayoría en el Congreso votó en privado a favor de esta nueva reglamentación que, entre otras cosas, elimina la independencia de la OCE, la somete al control de la comisión de ética formada por representantes y le prohíbe emitir comunicados públicos sobre las investigaciones que se están llevando a cabo.
Alarma en todo el sistema político
Nancy Pelosi, ahora líder de la minoría en la Cámara de Representantes, dijo que “la ética es la primera víctima en el nuevo Congreso republicano”.
El senador demócrata Chuck Schumer, líder de la minoría en el Senado, dijo que el Partido Republicano ya había incumplido su promesa de “limpiar el pantano”, metáfora frecuentemente utilizada durante la campaña sobre la intención de terminar con la corrupción y los problemas en el gobierno federal.
Según se informó, también los representantes republicanos Paul Ryan —el vocero de la cámara— y Kevin McCarthy —líder de la mayoría— se oponían a la medida, pero fueron minoría en el bloque del partido.
Sorprendentemente, la medida también fue criticada por Donald Trump, obviamente a través de Twitter.
With all that Congress has to work on, do they really have to make the weakening of the Independent Ethics Watchdog, as unfair as it
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 3, 2017
........may be, their number one act and priority. Focus on tax reform, healthcare and so many other things of far greater importance! #DTS
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 3, 2017
"Con todo el trabajo que tiene por delante el Congreso, ¿realmente tenían que hacer que su primera acción y su prioridad sea debilitar el control de ética independiente, tan injusto como pueda ser? Hay que enfocarse en la reforma impositiva, el sistema de salud y varias otras cosas mucho más importantes!"
El presidente electo no criticó las implicaciones éticas de la medida, sino en todo caso la existencia de otras cuestiones más importantes y urgentes, y además concedió que la OCE puede llegar a ser “injusta”.
La OCE ha sido criticada también, entre otras cosas, por ser demasiado severa, por iniciar investigaciones basadas en denuncias anónimas, por el costo que implica a los legisladores defenderse o por publicar detalles de sus investigaciones independientemente de lo que el Congreso haya decidido. Sin embargo, ese parecería ser precisamente su trabajo y su misión.
Con todo este escándalo en torno a la medida propuesta, en un movimiento insólito, los representantes republicanos echaron atrás la propuesta, menos de 24 horas después de haberla realizado.
La OCE seguirá siendo independiente
Algunos medios adjudicaron a la presión de Donald Trump este cambio de planes, pero representantes republicanos dijeron que había sido principalmente por las numerosas quejas de votantes y de líderes políticos ante la medida.
Además de que evidentemente varios miembros importantes del propio Partido Republicano se oponían a ella.
Así, lo que se suponía que iba a ser el comienzo de una nueva era muy favorable para el Congreso republicano, unificados ahora tras el triunfo de Donald Trump y manteniendo la mayoría, terminó siendo un fracaso que puso en ridículo al partido y sus representantes.






