La agudización de la división política en los Estados Unidos, la puja entre republicanos y demócratas, y el radical cambio de paradigma y de estilo entre el gobierno anterior y el actual, tiene su representación más cabal en el debate en torno a la reforma de salud.
Nuevo fracaso del Trumpcare: republicanos postergan la votación en el senado

No solamente por el nombre no oficial pero más extendido que han designado a ambos planes —el Obamacare y su respuesta, el Trumpcare— sino porque casi que se pueden rastrear en cada uno de ellos las marcas que han sobresalido en uno y otro gobierno, el de Barack Obama y el de Donald Trump.
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Al Obamacare se le adjudica el ingreso al sistema de salud de más de 20 millones de personas que antes no tenían cobertura, además de una mejora general en la calidad y la accesibilidad, y es visto como uno de los logros más destacados del gobierno de Obama. Salvo por la oposición puntual de algunos grupos con intereses, de la derecha conservadora y de legisladores republicanos, es considerada una reforma histórica y muy valiosa para los Estados Unidos.
El plan diseñado por Trump, por otra parte, una de sus principales promesas de campaña, se ha caracterizado por ser objeto de críticas desde todo el espectro político y por diversas razones, ya sea por las irregularidades en su confección o por la inviabilidad de su implementación (según argumentan expertos legales), por el costo político que podría tener (según otros republicanos), por ser demasiado moderado y respetuoso del plan anterior (de acuerdo a republicanos más radicales), o por la sencilla razón de que quitaría cobertura de salud a 22 millones de personas (argumento de demócratas, opositores y republicanos moderados).
El proceso para su aprobación, entonces, ha sido bastante complicado.
Un nuevo revés, ahora en el senado

En marzo, en la cámara de representantes, el líder de la mayoría Paul Ryan tuvo que retirar el proyecto cuando las negociaciones no llegaron a acuerdos y vieron que no alcanzarían los votos necesarios y suficientes.
El mes pasado, el proyecto con algunos cambios fue finalmente aprobado por la cámara de representantes de manera bastante ajustada (217 votos a favor contra 213 en contra) gracias a la mayoría republicana, y pasó al senado.
Tras esta ajustada votación y las dificultades que había experimentado el proyecto en la cámara baja, el senado —también con mayoría republicana — anunció que no votaría la misma versión aprobada por los representantes sino que sería una nueva versión similar, redactada por ellos.
13 senadores republicanos formaron un grupo para dar forma a esta nueva versión del proyecto a puertas cerradas, un grupo que, en principio, fue criticado por no incluir a ninguna senadora mujer y, más tarde, por el secretismo y la furtividad que rodeó a todo este proceso. Finalmente la nueva versión del proyecto fue presentada, y los senadores republicanos planeaban someterla a votación esta semana.
Ahora, sin embargo, de manera similar a lo sucedido antes en la cámara de representantes, el líder de la mayoría del senado, el republicano Mitch McConnell, ha anunciado una postergación de la votación, que quedará para después del receso del 4 de julio.
Un nuevo revés para el Trumpcare.

Pese a la mayoría partidaria, el proyecto nuevamente peligra debido a que hay por lo menos cinco senadores republicanos que han manifestado su oposición. Para aprobarlo por la mínima mayoría, los republicanos podrían darse el lujo de perder nada más que dos de sus senadores.
Tras la postergación de esta instancia, Donald Trump ha invitado a todos los senadores republicanos a una reunión esta noche en la Casa Blanca.
En los próximos días, las discusiones en torno al proyecto continuarán, con Donald Trump y su vicepresidente Mike Pence tratando de llegar a acuerdos políticos con los senadores republicanos que se oponen.
Estos senadores consideran que, de hecho, el Obamacare tiene algunos problemas que deben ser abordados, pero que la forma adecuada de hacerlo es negociar soluciones eficaces y duraderas entre ambos partidos.






