Resulta difícil resistir la tentación de adjudicarle al estado de la política y la democracia actual, especialmente en algunas partes del mundo, cierta responsabilidad en la muerte del politólogo italiano Giovanni Sartori, pese a que, bueno, tenía 92 años y padecía de problemas respiratorios.
Murió el politólogo italiano Giovanni Sartori, teórico de la democracia

Es que una de sus primeras obras, publicada en 1957, se tituló Democracia y definiciones y se convirtió en un libro clásico y esencial en las ciencias políticas, haciéndose incluso más relevante con el paso de los años, con su análisis de los problemas de fondo y los temas esenciales del sistema democrático, su afán por la claridad y por una definición precisa y sólida de qué es la democracia y qué es lo que debería ser.
En La teoría de la democracia revisitada, un libro de 1987, volvió sobre esta tensión entre lo que la democracia es y lo que debería ser.
En él escribió:
“Para evitar empezar con el pie izquierdo, debemos tener en cuenta que (a) el ideal democrático no define la realidad democrática y, del mismo modo, una democracia real no es, ni podría ser, lo mismo que una ideal; y que (b) la democracia es el producto de, y está moldeada por, la interacción entre los ideales y la realidad, entre el empuje del debería ser y la resistencia del es”
Nacido en 1924 en Florencia, Italia, Sartori se licenció en 1946 en Ciencias Sociales en la Universidad de Florencia, de la que luego sería decano del recientemente fundado Departamento de Ciencias Políticas, y profesor emérito por más de 60 años.
También trabajó como profesor de filosofía moderna y de lógica en las universidades de Stanford, Yale y Harvard, y entre 1979 y 1994 fue profesor en la Universidad de Columbia, donde ofició como una de las autoridades internacionales en ciencia política.

Sobre él, afectuosamente llamado Profesor Vanni por sus alumnos, uno de sus editores escribió:
“Cuando habla el profesor Vanni no se está expresando un académico caprichoso: habla alguien que puede resumir dos o tres siglos de constitucionalismo, y dos o tres mil años de historia de la democracia, la antigua y la moderna, desde los griegos, pasando por el derecho romano y luego por Maquiavelo, Guicciardini, Bodin y Locke, hasta las revoluciones inglesa y francesa, y es capaz luego de soltar la lección entera en dos columnas de un periódico como si se tratara de un breve resumen para su burro sobrino”
Con su obra, se convirtió en uno de los máximos representantes de la rama de la política comparativa, con una aproximación empírica al estudio de esta ciencia, desplegada en libros como Desarrollo político e Ingeniería política (1968), Partes y sistemas de partidos (1976) y Teoría de partidos y el caso italiano (1982).
También estudió la influencia de los medios de comunicación y se convirtió un referente en el campo, con textos ineludibles en las facultades de comunicación de todo el mundo pero también con una participación frecuente en programas de televisión italianos, donde se convirtió en una figura muy conocida mucho más allá del mundo académico.
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Otro de los adjetivos que todo el mundo ha utilizado para referirse a su perfil en el campo de la ciencia política: polémico.
Ya entrado el siglo XXI, se refirió a otros fenómenos contemporáneos, por ejemplo con La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros (2001), donde se ocupó de los problemas inherentes a la inmigración y a la convivencia de la civilización occidental europea con el Islam. “Son fundamentalmente incompatibles” dijo polémicamente en una entrevista, el mismo año que publicó este libro que, desafiante, problematiza la definición y el pragmatismo de la teoría del pluralismo, analizándolo desde su relación con otros conceptos como el de tolerancia y consenso.

Giovanni Sartori recibió varios premios y honores, incluyendo el Príncipe de Asturias en 2005 (en la categoría Ciencias Sociales) y el Premio Karl Deutsch en 2009, el más prestigioso de la ciencia política, además de ser nombrado Doctor Honoris Causa en casi una decena de universidades de todo el mundo.
Su último libro, publicado en 2016, fue La carrera hacia ningún lugar, en el que presentó una serie de preguntas en torno a diez temas que, como presagiando el final de su obra, son los que han servido como motor para sus estudios y análisis a lo largo de toda su carrera, desde los sistemas electorales y los derechos de la ciudadanía, pasando por el choque cultural de Occidente con el Islam y la Guerra contra el Terror, hasta los inevitables: la crisis de la política actual y los difusos límites entre libertad y dictadura.
Esas preocupaciones que, si no fuera porque tenía 92 años, podríamos decir que terminaron por acabar con él, un hombre siempre más preocupado por entender y explicar que por opinar.






