Mientras Herman Melville escribía la primeras palabras con que empieza su libro Moby Dick: «Pueden ustedes llamarme Ismael», quizás ya tenía en mente que narraría la más increíble historia sobre la obsesión de un hombre por una ballena blanca, también que sus personajes correrían toda suerte de aventuras, pero probablemente no tenía conciencia total de cómo ese mundo poético representaba a la humanidad.
Moby Dick: cuando aventura y poesía se convierten en alegoría del ser humano


Eso vendría después, cuando tanta gente leyó la novela que acabamos todos por comprender no solo su grandeza literaria, sino el hecho de que funcionaba como un gran espejo donde de alguna u otra manera estamos reflejados los seres humanos, así como nuestra eterna lucha entre el bien y el mal.
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¿Cómo empezó todo?
Cuentan que Herman Melville –con una vida tan aventurera que hasta lo mantuvo en cautiverio una tribu de caníbales–, tras escuchar la trágica historia del ballenero Essex atacado por un cachalote en 1820, se reunió con el capitán del barco, de cuyo encuentro nació la idea de escribir una novela.
Pero también existía entonces un relato de una ballena albina cerca de la isla chilena de Mocha, cetáceo al cual se le solía llamar Mocha Dick, que había tenido encontronazos con los marineros de la época.
Ambas cosas se unieron para estimular la imaginación de Melville, quien además llevaba adentro esa curiosidad que tienen los escritores de explorar el alma humana, y consideraba que al interior de las personas existe un conflicto ético básico.

Moby Dick: tras la búsqueda de una ballena
Con todos estos elementos en su mente, Melville escribe durante 10 años una novela que terminaría por ser su obra cumbre y uno de los textos más importantes de la historia de la literatura universal.
Publicada en 1851, Moby Dick narra la travesía de un barco ballenero cuyo capitán Ahab persigue vengativa y obsesivamente un cachalote blanco que alguna vez le arrancara la pierna. En esta aventura se enrola el protagonista Ismael y su amigo arponero polinesio Queequeg.
Uno de los aspectos más interesantes y simbólicos de la historia es el hecho de que los tripulantes de la embarcación pertenecen a diferentes nacionalidades, lo que nos ubica en una aventura compartida por personas de todo el planeta.

Aventura, poesía y simbolismo
Tres son los principales planos de lectura que Melville nos entrega con Moby Dick y que permiten que pueda ser disfrutada por personas de todo tipo:
Aventura. Se trata de una novela épica por excelencia, donde se relatan un sinnúmero de tribulaciones del hombre enfrentado a la naturaleza, la cacería marina entre ellas, pero con un nivel profundo de reflexión sobre el espíritu humano y su interacción con este tipo de vida primitiva.
- Poesía. Aparece reflejada a través de profundas metáforas la condición humana, desde las pasiones del hombre, sus miedos, sus traumas, su manías, sus miserias, hasta su modo peculiar de ver el mundo, sus reflexiones, sus costumbres. El propio protagonista pasa a ser un poco filósofo, un poco poeta en la medida que la historia se desarrolla. Pero también el lirismo se nos ofrece a través de las imágenes de la naturaleza y del lenguaje que Melville emplea constantemente para describir las emociones humanas.
- Simbolismo. Moby Dick está plagada de simbolismos, en todos los casos para representar valores de la sociedad humana. El más significativo es la ballena blanca que para algunos, en contraposición con el personaje del capitán, refleja la lucha del bien contra el mal. Hay muchas alusiones bíblicas, empezando por el nombre del protagonista. Y también estaría la mezcla de razas para simbolizar la humanidad.
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Moby Dick: una alegoría del ser humano
Aun cuando el propio Herman Melville no sabía que estaba escribiendo una semblanza de nuestra especie, lo cierto es que de su pluma nació una alegoría de la humanidad.
En ella podemos encontrar todos los tipos humanos, pero también las grandes preocupaciones que han acompañado al hombre a lo largo de su historia.
Así, estamos con el ser humano Ismael desde la primera línea y terminamos con él cuando sobrevive finalmente para contar la historia.
La propia trama nos ubica en tres conflictos esenciales: hombre-naturaleza, hombre-sociedad y hombre-universo. Y en cada uno de ellos se destaca cómo estamos todos interconectados con la realidad que habitamos.

Descubrimiento tardío de Moby Dick
Moby Dick no fue valorada en su justa medida por los lectores o los críticos de su tiempo. De hecho, Melville muere ignorando que fue uno de los más grandes escritores de todos los tiempos.
Lecturas posteriores de esta obra reivindicaron su condición universal, el valor humano que sus páginas esconden.
Probablemente la razón esté en que los códigos estéticos de Melville eran ya modernos. Su lenguaje, sus imágenes, estaban más acorde con el pensamiento y el espíritu de las personas de épocas posteriores.
Hoy, a 198 años del nacimiento de este autor norteamericano, aún podemos leer los capítulos de Moby Dick y estremecernos con la voz de Herman Melville, pues eso es lo que hacen los grandes escritores: tomar las historias más singulares del mundo y hacer que resuenen tanto como si fueran la vida de todos y cada uno de nosotros.






