Malala Yousafzai: su activismo casi la mata pero al final la llenó de vida

Malala nació y creció con la firme convicción de que todas las personas debían gozar de una buena educación. Malala sabía y sabe que la información y educación es conocimiento y que el conocimiento es libertad. Por eso Malala decidió ir contra los dogmas de una cultura y decidió estudiar siendo muy pequeña. Malala optó cambiar su vida y quizá la de muchas otras personas. Pero, lamentablemente, no todos piensan como ella. En ciertos países, estudiar es un «privilegio» para unos pocos. Porque ellos saben que el conocimiento es libertad, y no quieren personas libres…

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Su convicción, su temperamento, su increíble postura con tan pocos años casi le cuesta la vida. Malala Yousafzai fue agredida y baleada. Quienes no querían que la educación fuera un derecho de todos, decidieron callarla. Pero su plan salió mal. Malala Yousafzai estuvo muy grave, pero renació de las cenizas, tal cual como un Ave Fénix. Renació y lo hizo con mucho más fuerza, con más convicción y con más presencia pública. Irónicamente, solo nos queda agradecer a esas dos personas que decidieron subir a un ómnibus lleno de niños y preguntar quién era esa tal Malala, les decimos gracias por potenciarla, por hacerla conocer. Porque ahora todos podemos disfrutar de sus convicciones, de sus actos y de sus palabras que son realmente mágicas y que nos  incentivan a ser un mundo más inclusivo.

¿Por qué le dispararon?

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La educación para muchas personas es un arma de doble filo. Es libertad, pero muchas personas prefieren que esa libertad no exista, que no sea real, que sea un mero espejismo. No obstante, la familia de Malala era dueña una escuela a la que ella asistía. Pero los ataques a las escuelas eran muy frecuentes en Pakistán. Y en 2008 una escuela fue atacada. Por eso, con 11 años, Malala decidió dar un discurso en el que cuestionó a los talibanes: «¿Cómo se atreven los talibanes a quitarme mi derecho básico a la educación?». Este mensaje, esta pregunta, este enfrentamiento prendió las alarmas de los talibanes.

Pero eso no fue todo… un año después, Malala comenzó a escribir para la BBC -primero con una identidad falsa, pero luego manifestó que Gul Makai era en realidad ella misma-. Allí escribía sobre las amenazas de los talibanes hacia ella y hacia otras personas que optaban por estudiar.

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Fue a través de ese activismo que la nominaron para el Premio Internacional de la Paz en la Infancia. Y, a su vez, ganó el Premio Nacional de Jóvenes por la Paz de Pakistán.

Con todos estos premios y la relevancia mundial, los talibanes decidieron amenazarla de muerte. Finalmente, esa amenaza se efectivizó el 9 de octubre de 2012, cuando tenía 15 años. Iba en un autobús con todos sus compañeros de escuela hasta que dos personas encapuchadas entraron y preguntaron quién era Malala. Cuando descubrieron que era ella le dispararon. La bala le lastimó el lado izquierdo de su rostro. Además, otras dos niñas resultaron heridas.

Y ese hecho pareció el fin de Malala. Pareció el fin de una niña, de una joven que tan solo quería estudiar y que más niñas pudieran estudiar . Malala quedó en estado crítico hasta que fue conducida a Birmingham, en el Reino Unido. Allí fue sacada del coma inducido. Si bien necesitaba de varias cirugías para reparar su rostro, lo importante era que no había sufrido ningún tipo de daño cerebral.

Fue después de algunos meses que comenzó a asistir a una escuela en esa ciudad y decidió quedarse allí para terminar sus estudios. Pero su objetivo es volver a Pakistán y poder seguir luchando por el derecho a la educación. No obstante, desde el Reino Unido sigue firme con su activismo. Solo que ahora no solo llega a las personas de Pakistán, sino que llega a todo el mundo. Y más, luego de que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014, que la convirtió en la persona más joven en recibir el premio.

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Cuando recibió el Premio Nobel de la Paz, el primer ministro de Pakistán manifestó que «ella es el orgullo de Pakistán. Su logro es incomparable y no tiene igual. Las niñas y los niños del mundo deberían tomar ventaja de su lucha y su compromiso». Por su parte, el secretario general de la ONU, la describió como «una defensora valiente de la paz. El simple acto de ir a la escuela la convirtió en una maestra a nivel global».

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Educación para todos: el arma más poderosa de una nación

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La agresión hacia Malala hizo que todo el mundo la conozca. Pero luego se supo destacar por sus increíbles frases llenas de convicción, de poder y, sobre todo, de paz y esperanza. Parece imposible no emocionarse al leerlas. Ojalá todos tuviéramos esa convicción que las armas no son tan fuertes como los libros… pero, lamentablemente, estamos muy lejos de aceptar esa conclusión.

«Me dispararon para silenciarme. No obstante, ahora todo el mundo está escuchando mi mensaje», escribió en un libro. Ahora bien, ¿tiene miedo? «Mi familia vive como la gente común y corriente. Si tienes la policía frente a tu casa, estás tratando de mostrarle a la gente que esa es tu casa. Además, algún día tenemos que morir. No se puede detener a la muerte».

Cuando cumplió 18 años, el 12 de julio de 2015, no solo fue galardonada con la creación del Día de Malala, sino que además creó una escuela en Líbano para refugiados sirios. «Hoy en mi primer día como adulta y en nombre de todos los niños del mundo, exijo a los líderes que inviertan en libros en lugar de balas». Además, agregó que «la sorprendente verdad es que los líderes del mundo tienen el dinero suficiente como para financiar la educación primaria y secundaria de todo el mundo. Pero ellos optan por gastar en otras cosas, como por ejemplo en los ejércitos».

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Si bien muchas personas le recriminaron el hecho de no volver a su país, Malala explicó que regresará, pero que antes quiere terminar su educación, lograr ser una universitaria para poder volver a Pakistán y estar capacitada para darle lo mejor a su país, incluso para llegar a ser primera ministra de Pakistán.

¿Qué más decir? Ojalá haya más Malalas en el mundo. Defender los ideales y las convicciones con armas llenas de paz debería ser el procedimiento de cada uno de nosotros. Nadie dice que nuestra verdad es única, ni es la mejor. Hay cientos de verdades en el mundo, pero, ¿cómo defenderla? Puedes defenderla con armas, pero es una forma cobarde de ser fiel a los ideales y convicciones. Por otro lado, se puede optar por el camino de Malala, el de seguir al firme con los valores y los ideales y manifestarlos de manera pacífica. ¿Acaso el mundo no sería mejor si todos tomaramos este camino?  

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