El organismo humano es tremendamente plástico. La adaptación biológica ha hecho que nuestro cuerpo sea capaz de vivir en ambientes muy rigurosos, tales como las altitudes de Bolivia o los fríos climas del Ártico. El Tibet, particularmente, es una zona a 4.000 metros de altura, y los tibetanos han conseguido adaptarse al ambiente de forma asombrosa.
Los tibetanos mutaron para adaptarse a la altura

En la altitud tibetana los habitantes de estas tierras han experimentado algunas mutaciones genéticas que han hecho posible que su organismo no colapse a esta altura, según ha descubierto Tatum Simonson de la Universidad de Utah.
Normalmente en alturas tan elevadas el oxígeno es menor, y nuestro organismo precisa más cantidads para sobrevivir. La hemoglobina es esencial para ello, pues se encarga de transportar oxígeno a través de la sangre. A 4.000 metros nuestro cuerpo genera más hemoglobina para que más oxígeno alcance nuestro cerebro, pero ello puede causar hipertensión o apunamiento.
Sin embargo, el ADN de los tibetanos, comparado con poblaciones chinas y japonesas que habitan regiones más bajas, posee dos genes especiales que hacen posible el mayor transporte de hemoglobina sin padecer los síntomas asociados a ello.
El caso de los tibetanos es un típico caso de adaptación climática, y una nueva muestra de la extraordinaria plasticidad del organismo humano..









