Todo el mundo cree, razonablemente, que saber de antemano lo que va a ocurrir en una serie o una película arruina la experiencia de verla.
Los spoilers son buenos y te hacen disfrutar más de la historia, ¡lo dice la ciencia!

¿Para qué quiero ver Sexto sentido si ya sé que Bruce Willis estaba muerto desde el principio? ¿Qué sentido tiene ver la primera temporada de Game of Thrones si alguien me adelanta que van a decapitar a Ned Stark? (si aún no lo sabías y te acabas de enterar, puedes comprobar por ti mismo el punto de esta nota).
Esta sensación de que una información anticipada sobre una serie o una película vuelve inútil verla después se ha generalizado y llegado a niveles máximos de histeria en tiempos de internet y redes sociales, donde la gente huye a los spoilers como a la peste, o donde incluso se considera spoiler a cualquier detalle insignificante que se diga sobre una obra de ficción narrativa.
Pero lo cierto es que la concepción generalizada sobre los spoilers puede no ser del todo correcta.
Más aún, sucede todo lo contrario, al menos de acuerdo a una investigación conducida en la Universidad de California. Que te spoileen la serie o la película hace que la disfrutes todavía más.
Spoileame que me gusta
Quizá todo surge de una arraigada noción con la que todos nos enfrentamos a una obra de ficción, que tal vez proviene de los tiempos de las clásicas novelas de misterio y crimen (¡¿quién es el asesino?!), y es que nos enfocamos casi exclusivamente en la trama, en el aspecto puramente narrativo. Una película, una serie, es su argumento.
O, dicho de otra manera, ver una serie o película, de acuerdo a esta idea, consiste exclusivamente en conocer la sucesión de eventos que nos presenta.
Miramos Fight Club solamente para enterarnos de que Tyler Durden no existe y es un invento esquizofrénico de Edward Norton, o Titanic para saber que Jack no cabía en la madera junto a Rose y muere, o Lost para enterarnos que los protagonistas terminan en el purgatorio.
Conocida esa información ya no hay nada que la obra pueda ofrecernos.
Pero esto no explica por qué nos gusta tanto ver películas y series más de una vez (y a veces hasta con placer creciente repetidas veces), o que nuestras obras preferidas pertenezcan a un género que sigue determinadas fórmulas siempre iguales que no deparan ninguna sorpresa en absoluto.
Todos sabemos que en una comedia romántica los dos protagonistas terminarán juntos y felices para siempre; todos sabemos que una de superhéroes el protagonista derrotará al villano y salvará al mundo. Pero seguimos viéndolas.
Lo que nos lleva a la primera puntualización importante: lo que importa no es qué sucede, si no cómo y, no menos importante, por qué.
La investigación conducida por un par de profesores de psicología de la Universidad de California sometió a los participantes a una prueba: le presentaron relatos literarios, cuentos cortos de autores como Chejov, Agatha Christie y Raymond Carver. A unos participantes les adelantaron lo que sucedía en la historia, y a otros no.
Su conclusión, después de consultar a los participantes, es que los que ya sabían detalles del argumento disfrutaron del relato mucho más de los que no.
Luego repitieron el experimento separándolos en diferentes géneros, para ver si había historias más spoileables que otras: por un lado las clásicas historias de misterio (Agatha Christie), por otro historias con un irónico y sorpresivo giro sobre el final, y por otro simples relatos literarios de narrativa tradicional.
En cualquiera de los tres casos se repitió el resultado: los que sabían detalles del argumento la disfrutaron más que los que no sabían nada.
Por último, los investigadores llevaron todavía un paso más allá el experimento. En este caso, les revelaron a algunos de los participantes un spoiler específico de una obra, relativo a su desenlace, pero les preguntaron qué tanto habían disfrutado de la historia cuando sólo habían leído hasta la mitad. Es decir, cuando todavía no habían llegado a la revelación final que ya conocían.
Nuevamente, el disfrute de la historia fue mayor.
Los investigadores concluyeron que el conocer un spoiler de una ficción lo que permite es tener más clara la intención general detrás de la obra, cómo construye ese camino hasta esa revelación, y eso es lo que se vuelve muy disfrutable.
«Si conoces ese giro final mientras lo estás viendo» dijo el psicólogo responsable de la investigación, poniendo como ejemplo Los sospechosos de siempre, con el icónico giro de que el villano Keyser Soze es el mismísimo Kevin Spacey, «entiendes mejor qué es lo que está haciendo el director de la película. Puedes ver un panorama más general, y esencialmente entender la historia con mucha más fluidez».
James Gunn, el director y guionista de Guardianes de la galaxia, dijo recientemente que si una película puede ser arruinada por spoilers, es porque no es una buena película.
If a movie can be ruined by spoilers, it’s not a good movie. I’m opposed to spoiling things for folks, but studies show knowing spoilers only very slightly affects the viewer’s pleasure, if at all (and sometimes increases the pleasure of a well-crafted film).
— James Gunn (@JamesGunn) July 6, 2018
Ya que Sexto sentido es tan icónica por su giro del final, se puede pensar que lo que dice James Gunn aplica a las siguientes películas que hizo el director M. Night Shyamalan ( La aldea, por ejemplo), en las que quiso repetir el recurso pero no funcionó.
Simplemente la historia no era tan buena, y una buena película tiene que ser mucho más que una sorpresa inesperada en su argumento que condiciona o modifica todo lo que vimos antes.
Una buena película tiene que tener una cuidadosa y convincente construcción que conduzca de manera natural a ese desenlace, además de un desarrollo de personajes, un ritmo narrativo y muchos otros elementos que tengan peso por sí mismos y no como simples excusas para llegar a una única revelación.
Si esos elementos están, serán disfrutables, aún conociendo el final.
El giro sorpresivo del final
Cabe decir que cada serie o película tiene su propia dinámica narrativa y también cada persona tiene sus gustos y preferencias individuales a la hora de consumirla, de modo que nada de esto es absoluto y, dependiendo del caso, hay obras que son completamente spoileables, por mucho que la ciencia diga lo contrario.
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