El desafío más grande que ha debido enfrentar la medicina en los últimos años ha sido sin lugar a dudas el VIH. Este virus, al ser tan mutable y tener tantas versiones distintas, ha vuelto inviable la creación de una vacuna que sea eficiente para combatir todas las versiones del virus, por lo cual la lucha contra el SIDA continua siendo ardua y candente.
Los romanos vulneraron la resistencia al SIDA

Pero yendo un poco más allá de la realidad presente del virus (que tan sólo tiene treinta años), ahondemos un poco en las condiciones existentes antes de su propagación; o más aún, viajemos un poco en el tiempo y adentrémonos en la época del mayor y más esplendoroso imperio conocido jamás: el Imperio Romano. Allí yacen algunas respuestas a las interrogantes de hoy. Exploremos en ellas.
Actualmente la resistencia al VIH es mayor en Escandinavia, Rusia y Asia occidental que en el sur europeo, lo cual no deja de resultar intrigante si tenemos en cuenta que la resistencia disminuye a medida que ingresamos en el territorio conquistado por los romanos. El caso es que probablemente uno de los legados que este famoso imperio nos dejó haya sido la vulnerabilidad al SIDA.
En las partes norte de Europa y de Asia occidental existe una variación del gen CCR5 que es la determinante de esta cuestión. Este gen en su versión original es envuelto por el VIH antes de entrar a la célula, posibilitando así el ingreso a la misma. Sin embargo, en la variante del gen ( CCR5-Delta32), distribuida en el norte europeo y Asia occidental, existe una resistencia mayor a la intrusión del virus en las células, lo cual aumenta la invulnerabilidad de las mismas.
Si inferimos qué pudo haber pasado veremos que los romanos probablemente hayan sido quienes generaron estas condiciones. Tal vez en sus conquistas portaron involuntariamente alguna enfermedad ante la cual las personas con la variante del gen fueran especialmente vulnerables, erradicando la población y haciendo que prevaleciera la versión original del gen.
Probablemente las personas con SIDA estén cargando con un estigma romano que tiene 2000 años de antigüedad, que no tuvo mejor idea que hacerse notar hace treinta años, encontrando en el virus de VIH el aliado perfecto para manifestarse.
Vía | Newscientist









