Los productos de higiene femenina serán gratis en las escuelas de Nueva York

El interesante proyecto tiene como objetivo asegurar el acceso gratuito a productos de higiene femenina (específicamente, tampones y toallas sanitarias) para las estudiantes de las escuelas y liceos neoyorquinos.

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Liderado por la concejala de Nueva York, Julissa Ferreras-Copeland, el proyecto se encuentra todavía en proceso y supone poner en tela de juicio el modo en el que se concibe la salud femenina en general y la menstruación en particular.

La concejala Ferreras-Copeland se propone que, para el final del mes de marzo, más de 25 escuelas públicas (en las que están escolarizadas más de 12 mil niñas y mujeres) tengan distribuidores gratuitos de productos femeninos. Para ella, se trata de asegurar que las adolescentes tengan acceso a lo necesario para asegurar un desarrollo normal y saludable y para que no se vean obligadas a interrumpir o cambiar sus actividades diarias por algo que, en sí, no debería impedirles de llevar a cabo sus actividades.

Los productos de higiene femenina deberían ser tan esenciales como el papel higiénico. ¿Acaso no sería impensable que las escuelas y liceos vendieran el papel higiénico a sus alumnos?

El acceso a productos de higiene femenina debería ser considerado de igual importancia que el acceso a un plato de comida. Todos sabemos que un niño con hambre no presta atención en clase y que no puede dar un buen desempeño intelectual o físico. Sucede lo mismo con una chica que tiene el período y que, por una multiplicidad de razones, no tiene acceso a los productos necesarios.

El acceso gratuito a tampones y toallas sería entonces una solución para garantizar la buena salud de las adolescentes de bajos recursos, pero también la de aquellas que se ven afectadas por un contexto familiar complicado o simplemente por la timidez o vergüenza que gira en torno a estas temáticas.  Con esta medida se busca justamente deslegitimar el estigma en torno a la menstruación, con el fin de que tanto las adolescentes como la sociedad en general se acostumbren al hecho de que, sí, en efecto, las mujeres sangran. Y no pasa nada. La vida sigue.

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¡La vida sigue!

Esperemos entonces que esta iniciativa tenga una amplitud considerable, y que otras ciudades y países se sumen a la idea.

Los productos de higiene femenina no deberían ser vistos como artículos de lujo, ya que son absolutamente necesarios para garantizarle a la mitad de la población una buena salud así como la capacidad de llevar a cabo una vida normal.