Los Premios Nobel y el lugar de las mujeres en la ciencia

A diferencia de hace un par de siglos (o incluso mucho menos), hoy en día está firmemente instalada la idea de que la ciencia debe ser democrática. Esto es, debe tanto procurar incluir profesionales en sus diversas disciplinas, y a la vez llegar al mayor número de personas que sea posible. Pero ¿resulta de esta manera en la práctica?

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Cuesta afirmarlo visto la realidad que vivimos. Con publicaciones de escasa difusión y dirigidas a públicos selectos, con una academia elitista y circular, con escasas universidades públicas y muchas privadas con costosas matrículas de ingreso y con una comunidad científica con escasa comunicación regional e internacional, cuesta calificar a la ciencia de 'democrática'.

De hecho ¿qué hay de las mujeres? El 2009 significó un récord en la historia de los Premios Nobel, con cinco mujeres siendo adjudicadas con la premiación. Pero en la historia de los Premios Nobel solamente quince mujeres han obtenido el galardón. Machismo es un término simple, barato y sin significado; prefiero usar desigualdad de oportunidades.

En las fotografías de arriba vemos a Elizabeth Blackburn (derecha) y a Carol Greider (izquierda), quienes han sido adjudicadas con el Premio Nobel de Medicina. Ambas han clamado recientemente en una entrevista concedida a Associated Press por la necesidad de una academia más democrática que contemple a las mujeres en igual pie que a los hombres.

Obviamente aquí no están en juego argumentos que indiquen que las mujeres son 'superiores' o 'inferiores' que los hombres. En realidad las mujeres corren con la desventaja (en términos de oportunidades laborales) de quedar embarazadas, lo cual en la calculadora mente de la academia y de quienes financian proyectos de investigación implica pérdidas económicas.

Pero más allá de lo económico, el costo de ello traducido en términos de investigación científica es enorme. Las mujeres no sólo pueden aportar una fuerza de trabajo más grande enfocada a resolver problemáticas científicas, sino que también contribuir a profundizar en la investigación de disciplinas en las que las mujeres tienden a interesarse más que los hombres, tales como la psicología, la química, las ciencias sociales o las humanidades, entre otras tantas.

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Reitero: feminismo y machismo son términos fuera de uso y que deberían prohibirse. Las problemáticas de este tipo son reales, pero debemos analizarlas con una lógica apropiada. Con las escasas oportunidades laborales para las mujeres, la ciencia no hace otra cosa que privarse de potencial, lo cual implica un lento avance científico y un aprovechamiento escaso de sus posibilidades.