Unos cuantos respetables ciudadanos tienen en sus hogares piezas de arte y antigüedades teñidas con la sangre de los niños muertos en los peligrosos saqueos para obtenerlas.
Los niños que mueren mientras los tesoros egipcios son saqueados


Esclavitud infantil

La inestabilidad política que se ha producido en Egipto en los últimos 5 años ha estimulado una actividad en la que las principales víctimas están siendo los niños y el patrimonio cultural de la humanidad.
Desde 2011, en Egipto se ha incrementado el saqueo de tumbas y el robo de artefactos antiguos para saciar el apetito estético de muchos coleccionistas del mundo. Un hecho poco comentado de este comercio criminal es la utilización de niños en la realización del despojo, los cuales arriesgan constantemente sus vidas y hasta mueren por unas pocas monedas pagadas por las bandas que controlan esta actividad ilegal.
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Muerte en las profundidades

Desde 2011 han entrado a Estados Unidos, procedentes de Egipto, piezas por valor de más de 140 millones de dólares, incluyendo cientos de monedas de oro. Este es el valor declarado por los importadores, que es solo una fracción del precio final de venta al público.
Estos objetos no son comprados por museos, sino que son adquiridos por particulares, principalmente en Nueva York, que es la capital nacional del comercio legal e ilegal de arte y antigüedades.
Los niños son utilizados para introducirlos por pequeños agujeros en los que mueren por las frecuentes caídas por los abismos. Solo en los yacimientos arqueológicos de la ciudad de Abusir el-Malek, al sur de El Cairo, que cuenta con antiguos cementerios con miles de enterramientos, murieron en 2015 cerca de 25 niños mientras realizaban extracciones en pozos y túneles.
Los adultos que trabajan en labores de protección tampoco están a salvo. No es inusual que los guardias de seguridad que custodian algunos emplazamientos sean baleados.
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Placer estético inconsciente

Muchas de las personas que compran estas piezas en verdad creen que tienen un origen legítimo o se conforman con la apariencia de legalidad. Es muy difícil distinguir una pieza comercializada legítimamente de otra saqueada, porque las mafias se han vuelto expertas en la limpieza, restauración y en el forjamiento de documentos que teóricamente prueban la autenticidad. De esta manera, un objeto recién saqueado parece una obra legítima, similar a la conservada desde hace muchos años en una colección privada. Además, para las aduanas e inspectores es imposible verificar cada pieza.
El tráfico de antigüedades se ha hecho tan lucrativo, que incluso ya se han identificado vínculos de los traficantes de drogas y de armas con este otro negocio en el que el arte es vendido con manchas de sangre.






