Un reciente estudio británico corrige la hipótesis más aceptada sobre la desaparición de los dinosaurios. No fue un único cuerpo el causante de la extinción; fue una lluvia de fuego y metralla que iluminó el cielo no se sabe por cuánto tiempo y golpeó el planeta con una fuerza apocalíptica.
¿Los dinosaurios realmente se extinguieron por el impacto de un meteorito? Según esta investigación, deberíamos volver a revisar la hipótesis


Un nocaut fulminante

La teoría más aceptada por la ciencia es que los dinosaurios desaparecieron hace unos 65 millones de años como consecuencia del impacto de un objeto extraterrestre, después de gobernar la superficie del planeta por más de 160 millones de años, valiéndose de su condición de ser los vertebrados de mayor tamaño que han existido. Se cree que el objeto fue un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro que chocó frente a las costas de Yucatán.
La mortandad ocasionada por la colisión y la duración del periodo de extinción son objeto de discusión, aunque se cree que desaparecieron sin posibilidad de descendencia tres de cada cuatro especies. Hay opiniones de que la megaextinción pudo haberse verificado en un lapso muy breve (un mes) y otras que suponen que este periodo fue más largo.
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Derribados por muchos golpes

Una reciente investigación, avalada por el prestigio de la Real Sociedad de Astronomía del Reino Unido, ha presentado una importante enmienda a la hipótesis del meteorito único, señalando que se trató de un bombardeo de muchos cuerpos desprendidos de un enjambre de cometas, que al mismo tiempo ocasionaron una monumental lluvia de estrellas. La muerte de los dinosaurios no habría sido entonces consecuencia de los drásticos cambios planetarios por un golpe colosal pero aislado, sino más bien producto de una multitud de puñetazos estelares.
Los responsables del estudio también calcularon las edades de seis grandes cráteres de meteoritos y las correlacionaron con los tiempos de origen, esplendor y decadencia de las especies, concluyendo que estos episodios destructivos ocurren aproximadamente cada 26 millones de años. Considerando que el último evento catastrófico fue hace 65 millones de años, los terrícolas tendríamos que estar algo preocupados, mirando frecuentemente hacia el cielo ante la posibilidad de un ataque infernal.
El arsenal enemigo estaría guardado en la Nube de Oort

La Nube de Oort es quizá el espacio más enigmático del sistema solar. Está situada en los confines del sistema, más allá de Plutón y está poblada por cuerpos y cometas en una cantidad tan desconocida, que los astrónomos no saben si ubicarla en el rango de los millones o en el de los billones, lo que demuestra lo poco que sabemos de ella. Nuestros puntuales visitantes, como el Halley y otros cometas, habrían sido vecinos de la nube que de alguna forma lograron emanciparse para iniciar su vagar por el sistema solar.
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La nube lleva el nombre del astrónomo Jan Oort, aunque el primero en proponer que los cometas provenían de un enorme espacio muy alejado del Sol fue el astrónomo estonio Ernst Opik. El holandés Jan Oort es conocido también porque en 1927 demostró el movimiento de rotación de la Vía Láctea. Así, a diferencia del Halley, que cada 75 o 76 años se acerca sin atacarnos, de la nube se desprenderían con mucho menos frecuencia algunos cometas hostiles que se aproximan y proporcionan los proyectiles que extinguen casi toda la vida que pueda haber sobre la Tierra.
¡Solo resta esperar que el Halley y otros visitantes asiduos se mantengan amigables!









