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Los árboles pueden comunicarse entre sí, según escritor alemán que desafía la ciencia

Publicado 28 Feb 2018 – 04:13 PM EST | Actualizado 23 Mar 2018 – 01:22 PM EDT
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Quien nunca ha entrado a un bosque y sentido la profunda interconexión que hay entre sus plantas quizás no entienda por qué el escritor alemán Peter Wohlleben dice que los árboles pueden comunicarse entre sí. Se trata de una idea que, tras ser publicada en un libro que se convirtió en best seller, viene desafiando la ciencia.

Wohlleben es un guardabosque de 53 años y vive con su esposa en una rústica cabaña de una remota aldea para cuidar de su reserva forestal. Los años de labor lo han llevada a escribir y publicar el libro  La vida oculta de los árboles: lo que sienten, cómo se comunican en el que expresa su perspectiva sobre el universo interior de estos seres vivos, subestimados e incomprendidos por muchos.

Los árboles se comunican entre sí

Si bien estudios científicos realizados en universidades alemanas y de otros países confirman que los árboles son mucho más alertas, sofisticados e incluso más inteligentes de lo que pensamos,  Peter Wohlleben ya lo sabía de antes. Y sus observaciones compiladas en su obra prima empiezan a coincidir con investigaciones más recientes en el área.

De acuerdo con el guardabosque, los árboles son organismos listos hasta el punto de establecer complejas redes de comunicación entre ellos. En el bosque que atiende cada día, Wohlleben tiene árboles que comparten la luz del sol y cuyos  sistemas de raíces están estrechamente conectados. Tanto es así que muchas veces si uno muere el otro también lo hace.

Para el escritor, se ha pensado desde Darwin que los árboles son seres solitarios e independientes, que compiten por el agua, los nutrientes y la luz solar sin ningún tipo de interacción. Por su parte, la industria maderera los ve como sistemas de producción de materia prima.

Sin embargo, ya hay evidencia científica que refuta esa idea y demuestra que los árboles de la misma especie son comunales y a menudo forman alianzas con árboles de otras especies.

Según esa perspectiva, los árboles de los bosques han evolucionado para vivir en relaciones cooperativas e interdependientes que se llevan a cabo bajo tierra, en las raíces, y se mantienen a través de la comunicación y de una inteligencia colectiva similar a la de las colonias de insectos.

Las ideas de Peter Wohlleben

En todos los espacios forestales  los árboles están conectados entre sí a través de redes fúngicas subterráneas, considera Wohlleben. Se comparte agua y nutrientes a través de las redes, que también son usadas para comunicarse, pero además envían señales de socorro si hay sequía o para avisar de una situación de peligro (enfermedad o ataques de insectos). Al recibir estos mensajes, los otros árboles alteran su comportamiento.

Las redes de las que habla el guardabosque son llamadas por la ciencia de  redes de micorrizas. Las finas puntas de las raíces de los árboles se unen a través de microscópicos filamentos de hongos para formar los enlaces básicos que funcionan como una relación simbiótica entre árboles y hongos.

Los hongos se alimentan del azúcar de la fotosíntesis de los árboles. A su vez, estos organismos limpian el suelo en busca de nitrógeno, fósforo y otros nutrientes minerales, que luego son absorbidos y consumidos por los árboles.

Wohlleben también habla de las relaciones que se establecen entre los árboles jóvenes y los mayores. Los primeros, por ser tan pequeños, no pueden hacer fotosíntesis, así que no sobrevivirían si no fuera porque sus «padres», así como los árboles altos, les bombean azúcar a través de las raíces.

Otros comportamientos inteligentes de los árboles

Desafiando todo lo que se conoce hasta ahora sobre los árboles, Wohlleben considera que estos seres no solo se comunican por su red de raíces, sino que envían feromonas y otras señales de olor a través del aire. En el caso de la jirafa, cuando el animal mastica las hojas de acacia, la planta emite una señal de socorro en forma de gas etileno.

Al detectar este gas, las acacias vecinas comienzan a bombear taninos en sus hojas. En cantidades suficientemente grandes, estos compuestos pueden enfermar o incluso matar a herbívoros grandes.

El escritor alemán también cree que los árboles tienen sentido del olfato y del gusto: pueden detectar olores a través de sus hojas y,  por ejemplo, cuando son atacados por orugas detectan su saliva y liberan feromonas que atraen a las avispas parásitas. Estas ponen huevos dentro de las orugas y, al nacer, las larvas se comen a sus anfitriones.

Cuando los ciervos muerden las ramas de los árboles, estos liberan sustancias químicas que les dan mal sabor a las hojas. Asimismo, cuando un ser humano quiebra una rama, el árbol detecta la diferencia y segrega sustancias sanadoras para reparar la herida.

A raíz de la  obra de Peter Wohlleben y el trabajo sistemático de otros expertos en los bosques del mundo, distintas universidades están comenzando a revisar los conceptos que se tenían sobre los árboles para actualizarlos con novedosas evidencias sobre la sensibilidad e interconexión que se establece entre ellos.

Esto sin dudas ayudará a fomentar una cultura más respetuosa y de cuidado de estos ecosistemas tan importantes para la vida en nuestro planeta.

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