Las películas cortavenas afectan nuestra tolerancia al dolor, ¡y te sorprenderá saber cómo!

¿De dónde viene esa especie de masoquismo que nos hace ver Titanic una y otra vez?

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Probablemente, tú también te has hecho esta pregunta después de ver por enésima vez  The Schindler's List o La vita è bella. Esa es la interrogante que trataron de resolver con este estudio el antropólogo y psicólogo Robin Dunbar y su equipo de investigadores de Oxford University en Inglaterra.

Para ello, tomaron un grupo de 169 voluntarios y los hicieron ver Stuart: A Life Backwards, un filme extremadamente triste basado en la historia real de un hombre adicto. También usaron un grupo de control de 68 individuos, a los cuales les mostraron dos documentales seguidos sobre historia natural, geología y arqueología.

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Después de soltar alguna que otra lágrima con el drama, el primer grupo arrojó un incremento promedio de la tolerancia al dolor de un 13.1%. El segundo grupo tuvo un resultado completamente opuesto con una disminución del 4.6%. Esto probablemente se atribuye al aburrimiento, según el doctor Dunbar.

La tolerancia al dolor, en ambos casos, fue cuantificada usando el wall-squat test, una prueba donde la persona coloca la espalda contra la pared y flexiona las rodillas a un ángulo de 90° por tiempo indefinido. A medida que los músculos se fatigan debido a la contracción sostenida, comienza a aparecer el dolor. La tolerancia entonces se mide en correspondencia con el tiempo soportado bajo estas condiciones dolorosas.

Según los investigadores, ver una película triste aumenta los niveles de analgésicos naturales producidos por el cerebro, más conocidos como endorfinas. El drama no solo ayuda con la tolerancia al dolor. A nivel psicológico, también fortalece el sentido de pertenencia a un grupo debido al sentimiento de empatía con la persona o grupo que sufre dentro de la historia, además de reforzar la conexión entre los que ven el filme juntos.

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Se ha comprobado que el cerebro también produce más endorfinas cuando hacemos actividades placenteras. Pero, ¿qué tienen en común estas actividades con una película deprimente? “Todas estas cosas, incluyendo cantar y bailar y correr y reírse, todas producen un aumento de endorfinas por la misma razón -ponen la musculatura del cuerpo bajo estrés,” explicó Dunbar. El cuerpo entonces trata de compensar el estrés con estos químicos que proporcionan bienestar.

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Pero no todos los espectadores del primer grupo respondieron de la misma forma. Alrededor de 1/4 de los participantes no experimentó un aumento de endorfinas, dato que no sorprendió a los investigadores. “Esto probablemente se extiende también a la vida real -algunas personas se conmueven mucho emocionalmente con algún evento que sucede, mientras que otras lucen vacíos y se preguntan: ¿cuál es el alboroto?,” dijo Dunbar.  

Este estudio de cierta forma explica porqué Titanic es una de las películas más exitosas en la historia del cine, porque la ópera es un género trascendental y porque los griegos inventaron la tragedia en el teatro. Quizás ahora entendamos mejor porque una película con una historia traumática nos puede dejar reflexionando, pero raras veces nos sentimos tristes después de verla. Así que tenemos luz verde para ver  Titanic, u otro "cortavenas", una vez más. 

Ver también: «Nuevo estudio demuestra porqué el consumo de marihuana no es compatible con el desarrollo cerebral»