Las personas nacen con un código genético que explica cómo son y en qué se convertirán. Estas características en su mayoría son heredadas de sus padres y hasta hace poco se creía que no variaban en el tiempo. No existen personas que compartan el 100 % de su ADN, no importa que sean gemelos idénticos, y la explicación estaría en una investigación reciente que reveló cómo las experiencias de la infancia modifican la genética de cada individuo.
Las experiencias que vivimos en nuestra niñez modifican nuestro ADN para siempre

Lo que viviste en la infancia cambia tu ADN
Todos heredan el 50 % del ADN de su madre y la otra mitad de su padre, pero esa herencia genética puede cambiar con el tiempo. Una investigación realizada en Estados Unidos determinó que durante la infancia nuestro código genético puede modificarse.
La alimentación, las enfermedades contraídas a temprana edad, la exposición a microbios y hasta la situación educacional y el nivel socioeconómico son variables que afectan el ADN en la etapa infantil.
Este estudio, en el que se investigó a un grupo de 500 niños en Filipinas, quiso saber qué genes podían modificarse y la razón detrás de este cambio. Los investigadores de la Universidad de Northwestern creen que la razón está detrás de procesos inflamatorios que se dan en las células del cuerpo.

El genoma humano es complejo, y cada célula se expresa, ya sea creando cadenas proteicas o evitando que estas se den en diferentes momentos de su vida. Generalmente es la genética la que controla estas expresiones, pero el ambiente y una serie de otros factores podrían modificar la forma en que el cuerpo se manifiesta.
Los investigadores norteamericanos creen que, una vez que se forma el cigoto con la información genética de ambos padres, ese ADN puede ir cambiando durante el embarazo y los primeros años de vida. Algunos factores, como el haberse nutrido con leche materna, el acceso a agua limpia y el contacto con la naturaleza pueden ir modificando positivamente la genética de los niños.
Para dar con los resultados los expertos no solo siguieron a los niños, sino también a sus madres mientras estaban embarazadas. De esa forma, y conociendo a qué estuvo expuesto cada pequeño, pudieron averiguar qué factores provocaron o no esos procesos inflamatorios capaces de modificar parte de las cadenas de ADN.

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Entre los efectos de este cambio genético y la expresión en su cuerpo hay factores como el crecimiento, la aparición de enfermedades como el cáncer y la rapidez del envejecimiento. Todo depende de las proteínas que el cuerpo libera estimulado por el ADN.
Esta investigación norteamericana no solo nos permite descifrar aún más la compleja genética humana, sino que resalta la importancia de los buenos hábitos y un ambiente sano durante los primeros años de vida.
El ADN humano esconde mucho más que información hereditaria. Además, es propenso a cambios que hacen a cada persona todavía más única y dependen del ambiente en que esta se desarrolla durante su infancia.
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