La trampa del “PASILLO ROSA”: Descubrí de qué se trata

Imagen Thinkstock

Tenés que comprar un regalo para tu sobrina, hija, nieta o nena cumpleañera de turno. Llegás a la juguetería y lo primero que te indican es un pasillo rebosante de artículos en toda la gama de los rosas. Cochecitos de bebé, cocinitas, planchas, escobas, disfraces de princesa, adminículos para maquillarse y peinarse, bebotes de miles de tamaños, todo adornado con una fina capa de rosa.

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Del otro lado… el azul y el negro. El famoso pasillo “para nenes”, desbordante de autos y camiones, pistolas y ametralladoras, martillos y cajas de herramientas, juguetes para armar, trajes de superhéroes, bastones de policía, y todo coloreado en azul y sus variantes.

No hace falta recorrer muchas jugueterías para encontrar este escenario. Cualquiera que haya pisado una en el último tiempo entenderá de lo que hablo. Se trata de estereotipos de género. Roles históricamente construidos que son fijados socialmente y que les asignan un valor a las personas de acuerdo a su identidad de género.

Siguiendo el ejemplo que pusimos, a través de los juguetes se les asigna a las niñas un rol de cuidado y reproducción de la vida (cochechitos, mamaderas, bebés) que sucede en el interior del hogar (planchas, cocinas, escobas, etc.), y a los niños un rol de destreza y construcción (grúas, autos, herramientas, bloques) que sucede en el mundo exterior al hogar (armas, superhéroes, policías, etc.).

Este un fenómeno cada día más presente en los productos destinados a infantes y a jóvenes. Hoy, los juguetes están mucho más divididos por género que hace 50 años, cuando el sexismo y la discriminación por género eran la norma. Incluso yo, que tengo menos de 30 años, llegué a jugar con bloques Lego que no tenían distinción entre nenas y nenes -como explica Anita Sarkessian en este video-, aunque muchos quieran creer que esto siempre fue así.

¿Y por qué esto un problema que hay que superar?

Porque los estereotipos fragmentan nuestras identidades y nos encorsetan en unas pocas cualidades que limitan lo que podríamos llegar a ser.

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Que las mujeres creamos desde muy chicas que sólo poseemos atributos que nos hacen aptas para el mundo hogareño y la crianza de hijas e hijos, nos inhabilita a pensar que seríamos aptas para la vida pública o para seguir carreras ligadas a la destreza o la construcción. En un sentido similar, que los niños crean desde muy temprano que sólo valen por su potencia y coraje para desenvolverse en el afuera, los limita a pensarse como seres sensibles o con posibilidades de cuidado de los otros, entre otras miles de variantes.

Esta valoración diferente otorgada a cada género también nos permite entender por qué las mujeres hemos sido históricamente discriminadas e invisibilizadas y cómo esto nos afecta en nuestro desarrollo y desempeño en el mundo todos los días.

Está comprobado que si un varón y una mujer conviven y salen a trabajar todos los días, la mujer pasará el triple de tiempo que el varón ocupándose de las tareas del hogar, invirtiendo más horas de su vida en lo que desde pequeña le enseñaron que era más valiosa y, por supuesto, quitándoselas a otras.

Una de las personas que descubrió lo importante que era “derribar el pasillo rosa” -según el lema de su propia campaña-, fue la ingeniera Debbie Sterling, quien diseñó Goldieblox, juguetes para futuras ingenieras. El video de la marca donde explican por qué ser ingenieras es mucho mejor que ser princesas es sencillamente genial.

El objetivo es ambicioso pero no imposible. Se trata de comprender para poder cambiar las reglas que nos limitan y cercenan nuestras posibilidades. Aparecer en las jugueterías, en los medios, y en todas partes, como personas integrales capaces de desarrollarnos como queramos es una tarea sin dudas necesaria.

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El próximo viernes seguiremos deconstruyendo estereotipos de género con nuestro Radar Feminista. Las y los espero.

Estudié Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y me posgradué en Comunicación y Género. Publiqué dos libros de ficción y trabajo como redactora y consultora en comunicación. Soy feminista y creo que los medios pueden cambiar el mundo.

No te pierdas: Cómo estamos representadas las mujeres en los medios de comunicación

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