¿La rehabilitación de presos es posible? Conocé la preocupante realidad de las cárceles uruguayas

El sistema carcelario no solo busca que los que cometieron delitos paguen una pena, sino también que se rehabiliten y puedan reinsertarse en la sociedad.

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¿Pero es eso lo que ocurre? Las cárceles en Uruguay se caracterizan por el hacinamiento, la corrupción, la insuficiencia de controles, así como por promover la reincidencia delictiva.

Ante esta compleja realidad, nuestra pregunta es, entonces: ¿qué tan útil es el modelo carcelario de nuestro país y cómo podríamos mejorarlo?

Situaciones de riesgo

El diputado Álvaro Garcé contó a El Observador que en 2015 se registraron 43 muertes violentas en las cárceles, entre suicidios y homicidios. En los primeros nueve meses de 2016, se registraron 34. 

Garcé no solo advierte de que en en el Comcar hay módulos en los que se peligra la vida de presos y funcionarios, sino que sostiene firmemente que el error radica en utilizar policías como guardias carcelarios. Para el diputado es necesario hacer realidad el proyecto de reemplazar esa función con personal especializado que sea independiente del Ministerio del interior.

La visión de los funcionarios

Además del hacinamiento y de los escasos recursos para manejar el sistema carcelario en general, hay un problema aún más grave: los funcionarios.

Entre octubre de 2014 y abril de 2015, se realizó un censo a los 2.356 funcionarios del Ministerio del Interior (MI) que en ese entonces trabajaban en las cárceles de todo el país. Se trató del primer censo de funcionarios penitenciarios y reveló una situación alarmante.

La mitad de los policías que trabajan en cárceles creen que su trabajo consiste en mantener el orden y no en ayudar al recluso a rehabilitarse.

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En el censo se les preguntó a los funcionarios si estaban de acuerdo o no con la siguiente afirmación: “Mi trabajo no es ayudar a que los internos se rehabiliten. Es más bien mantener el orden de modo tal de que nadie lastime a nadie, ni arme lío en el establecimiento”. ¿El resultado? Más del 10 % de los operadores respondieron estar de acuerdo y el 50 % de los policías también.

Se les preguntó también si la mejor forma de tratar a los internos es de forma firme y distante, y  más de 20 % de los operadores se mostraron de acuerdo, y casi el 55 % de los policías también.

El censo también reveló que la mayoría de los funcionarios cree que los reclusos merecen vivir en las condiciones actuales de las cárceles porque han cometido un delito y deben ser castigados.

Sin duda el censo preocupa y atenta con el objetivo principal de la prisión: la rehabilitación. En nuestro país, como en tantos otros, la rehabilitación de los presos se ve impedida por la corrupción, pero también por el trato con los funcionarios y, una vez afuera, por la incapacidad de escapar del rótulo de “preso” y de poder volver a reinsertarse a la sociedad de forma exitosa.

Una cárcel modelo: ¿un ejemplo a seguir?

La cárcel de Punta Rieles busca ser un modelo carcelario diferente: alberga menos reclusos (por lo que no sufre problemas de hacinamiento), fomenta las relaciones entre reclusos y funcionarios, y busca la rehabilitación de los presos, enfocándose en prepararlos para el futuro.

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La cárcel cuenta con cerca de 600 presos y 200 funcionarios. En ella, se despliegan diferentes emprendimientos, como una panadería, una pizzería, una heladería, fábricas de bloques, artesanías, un invernadero de lechugas y hasta una casa de tatuajes.

Los emprendimientos buscan enseñar a los presos diferentes oficios en los que puedan seguir incursionando al salir de prisión. También reciben una paga por sus trabajos: parte de ella va para la familia y el resto se brinda en forma de vales para intercambiar por otros productos fabricados por otros presos. Este sistema abre un espectro de otras posibilidades: así, por ejemplo, el preso puede invitar a las visitas a almorzar a la pizzería o a la heladería pagando todo con lo ganado en su trabajo.

Muy diferente al resto de las cárceles uruguayas, este modelo pone énfasis en la reinserción laboral y en que la cárcel sea un lugar que le permita al preso tener otras opciones para dejar de delinquir.

La creación de la cárcel de Punta Rieles sirve como puntapié para empezar a cambiar el sistema carcelario uruguayo. La realidad es clara: si no tenemos funcionarios que apuesten a los cambios y a la rehabilitación, los presos tampoco lo harán.