La neurociencia al servicio de la guerra: implantes cerebrales para conducir un bombardero a distancia

Sin controles, sin pedales, sin siquiera usar las manos. Así logró manejar un avión Jan Scheuermann gracias a un implante cerebral. Impresionante, ¿no? Bueno, a decir verdad solo se trata de un simulador, pero igualmente vale la pena saber de qué se trata.

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Implantes cerebrales y tecnología de guerra

Jan Scheuermann quedó paralítica hace algunos años debido a una extraña enfermedad genética y desde entonces participa del programa DARPA, que prometía brindarle la posibilidad de controlar extremidades robóticas para adquirir movilidad.

DARPA significa  Defense Advanced Research Projects Agency y es un programa que se dedica, como sugiere su nombre, al desarrollo de tecnología de guerra. Vale aclarar, además, que se trata de un programa militar norteamericano. 

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Los implantes funcionaron, pero le dieron algo más que movilidad a Jan: le dieron la posibilidad de controlar solo con su mente dispositivos sofisticados como un simulador de vuelo del F-35 un avión de guerra de última generación que aún se encuentra en desarrollo. 

Sin dudas es un enorme avance para la neurociencia, pero también lo es para la tecnología de guerra. Al día de hoy ya existen y están en funcionamiento naves tripuladas vía control remoto. Los drones son capaces de dirigir un ataque a cientos de kilómetros de distancia, ¿pero te imaginas que un bombardero pueda ser conducido solo con el poder de la mente

¿Cuál es el futuro de la guerra si se desarrollan este tipo de dispositivos? Si las guerras ya no se pelean con personas en el campo de batalla, ahora tampoco se van a pelear desde torres de control, sino simplemente con el poder de la mente de cualquier persona desde cualquier parte del mundo. 

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No se trata de inteligencia artificial propiamente dicha, pero sin dudas es una forma más de que las máquinas adquieran poder sobre los humanos. Si un implante cerebral puede permitir pilotear un avión sin siquiera usar las manos, ¿qué más se puede hacer con los soldados? 

Cualquier guerra es una tragedia en sí misma, pero imagínate además que un ejército tenga la posibilidad de causar daño y destrucción sin poner ninguna de sus vidas en riesgo. Si un poderoso país como Estados Unidos logra desarrollar esta tecnología podría arremeter contra cualquier otro país del mundo y seguramente ganar cada batalla. 

La investigación científica debe descubrir nuevas formas de dar más y mejor vida a la humanidad y no para diseñar formas masivas de destrucción. Entonces, ¿qué sentido tiene seguir desarrollando tecnología de guerra tan avanzada? Sin dudas para Jan Scheuermann este avance consituye una forma de vivir más y mejor de una forma más autónoma, aunque también advierte que a partir de esto se pueden hacer muchas cosas muy malas:

«We can now see a future where we can free the brain from the limitations of the human body and I think we can all imagine amazing good things and amazing potential bad things that are on the other side of that door».

Cuéntanos tu opinión, ¿crees que está bien que se utilicen las grandes innovaciones de la neurociencia para fines bélicos? ¿Qué otras formas podrían adquirir las guerras del futuro?

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