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La inmigración es un pilar importante para la economía de EE.UU., aunque algunos piensen lo contrario

Publicado 11 Ene 2017 – 05:46 PM EST | Actualizado 26 Mar 2018 – 10:34 AM EDT
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Las migraciones han sido un elemento indispensable del desarrollo económico y la formación de las sociedades a través de la historia. El flujo de individuos, e incluso grupos numerosos, de una zona geográfica a otra ha sido el motor impulsor de la actividad económica en innumerables ocasiones.

Sin embargo, la tendencia global se mueve en dirección opuesta a la forma en que funcionaban las migraciones siglos atrás. Al comienzo del siglo XX existían poco más de 50 países establecidos. Cien años más tarde, el número se acerca a los 200. Más países significa más fronteras, y más fronteras se traduce en más regulación y restricción del flujo humano.

Aunque Estados Unidos y otros países industrializados tienden a detener la inmigración hoy más que nunca, no existen evidencias factuales de que la inmigración sea un factor perjudicial para la economía, sino todo lo contrario. El rechazo a la inmigración se basa, en muchos casos, en una interpretación incompleta o errónea del impacto de esta, o en viejos prejuicios sociales.

Por ejemplo, muchos norteamericanos todavía hoy creen que la inmigración es perjudicial para la economía porque va acompañada de un gasto enorme en programas de asistencia social que se costean con el bolsillo de los contribuyentes. Nada más lejos de la realidad. Esto está atado al viejo mito de que los inmigrantes son vagos y terminan siendo una carga social.

La realidad es que la mayoría de los inmigrantes está sedienta de progreso y se incorporan rápidamente a la fuerza laboral del nuevo país. Incluso el costo de acoger a muchos de ellos como refugiados es ínfimo comparado con lo que estos aportan a largo plazo. Los refugiados tan solo constituyen el 20% de los 15 millones de personas que emigran cada año en el mundo. De acuerdo con el Banco Mundial, un incremento de la inmigración hasta el 3% de la fuerza laboral de los países desarrollados les traería $356,000 millones en ganancias netas.

A pesar de esto, una encuesta conducida por Rasmussen Reports en 2015 reveló que el 51% de los estadounidenses cree que tienen que competir con los inmigrantes por un puesto de trabajo, el 39% piensa lo contrario, y el 11% no está muy seguro al respecto. Esto va de la mano con la creencia de que la existencia de un mercado laboral mucho más barato compuesto por inmigrantes indocumentados le roba los puestos de trabajo a los ciudadanos.

Sin embargo, sólo un tercio de los indocumentados poseen algún tipo de calificación o entrenamiento profesional en un campo que requiere alta especialización. De todas formas,muchos de ellos terminan haciendo trabajos en los sectores de la agricultura, la construcción o los servicios por no tener permiso de trabajo, al igual que los otros dos tercios. De manera que la teoría del robo de empleos es bastante inexacta.

No obstante, está comprobado que muchos individuos escalan en el mercado laboral una vez que obtienen un permiso de trabajo. Ese es el caso de muchos de los 750,000 jóvenes que se han beneficiado del Deferred Action for Childhood Arrivals ( DACA), un programa implementado por la administración de Barack Obama que detuvo las deportaciones y facilita los permisos de trabajos para aquellos que hayan ingresado al país siendo menores de 16. Pero esto no significa algo negativo precisamente. Los beneficiarios de este programa ahora pueden contribuir a la economía pagando impuestos y haciendo crecer la economía. Si un sector mejora su poder adquisitivo, esto se traduce en un incremento en los servicios y las ventas.  

Revertir DACA, como ha sugerido Donald Trump, tendría un impacto muy negativo sobre la economía del país. El producto interno bruto caería $433,000 millones en los próximos 10 años. Y el daño a los que pierdan estos beneficios sería incalculable. Muchos de ellos podrían verse forzados a regresar a sus países de origen. Pero incluso aquellos que puedan quedarse trabajando perderían su estatus legal y se verían forzados a realizar trabajos inferiores a sus calificaciones.

La inmigración ha sido una parte esencial en la formación y el crecimiento de Estados Unidos como nación y continúa siéndolo en la actualidad. Nada puede suplantar el aire fresco que inyectan los inmigrantes a la economía y la cultura local. Los inmigrantes han creado compañías como Google, PayPal, Yahoo!, eBay e Intel. La mitad de los empleados de Silicon Valley, la meca tecnológica del mundo, son inmigrantes.

Los inmigrantes no solo diversifican el país y ayudan a empujar la economía hacia adelante, también ayudan a llenar el vacío de una población que está envejeciendo. Actualmente, las personas se retiran y viven varias décadas fuera de la fuerza laboral antes de morir. Para el 2050, habrá más de 400 millones de personas en el mundo mayores de 80 años. Esto, sumado a la disminución en los países industrializados de la cantidad de hijos por cada familia, hace que la edad de la fuerza productiva se vaya resagando paulatinamente. La inyección de población joven en el mercado laboral puede ayudar a restaurar el balance indispensable.

Por otra parte, deportar a los más de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos no solo es diametralmente opuesto a los cimientos de esta nación, también es totalmente contraproducente para su economía. El costo de llevar a cabo ese proceso sería demasiado alto, además de ser prácticamente imposible desde el punto de vista logístico.

Es lógico que muchos estadounidenses sientan preocupación por el asunto de la inmigración masiva y sientan la necesidad de implementar más regulación. Pero más información sobre el tema basada en hecho factuales y no en intereses políticos, cuestiones raciales, o ignorancia podría cambiar dramáticamente la percepción nacional sobre la inmigración.

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