La industria farmacéutica: secretos y mentiras
“No hay medicina sin medicamentos”. Parece que cualquier visita al médico termina en pastillas, jarabes, inyecciones o algún otro medicamento. Ben Goldarce es el autor del libro "Mala Farma" (" Bad Pharma" en inglés), en el que pretende mostrar los secretos y mentiras de la industria farmacéutica, que día a día nos vende más y más productos que a menudo no necesitamos.
Los sistemas de salud
Existen diferentes sistemas de salud en el mundo: algunos son públicos, otros privados, otros mixtos. Funcionan de diversas formas, pero lo curioso es que siempre, en un momento u otro, acabamos pagando.
La industria farmacéutica, como su nombre lo indica, tiene fines de lucro. Se necesita vender para generar nuevos productos que serán vendidos en un futuro. Además, es una industria con una influencia enorme: ella decide qué curas se inventan, a quién se cura, y cuánto le costará su bienestar y su salud.
En este sistema de los medicamentos, los médicos sólo ven la realidad distorsionada de la empresa farmacéutica, de las revistas y los colegas -que en ocasiones también están comprados o patrocinados por las farmacéuticas-.
Los fallos de la industria farmacéutica
El gran problema de los medicamentos es que son probados por las mismas farmacéuticas. Como estas necesitan vender, generalmente realizan malos ensayos clínicos, con grandes fallas -se omiten datos, se muestran sólo resultados positivos, se prueba el fármaco en personas sanas- que no permiten dar un real punto de vista sobre el nuevo medicamento.
De esta forma, se exageran los beneficios del medicamento y se ocultan los daños potenciales del mismo. Si los ensayos dan resultados poco favorables, son fácilmente ocultados a médicos y pacientes, por lo que el médico no puede cumplir con su labor de recetar lo mejor para cada situación. La poca transparencia rompe las normas básicas de la ciencia y desperdicia recursos -científicos, aparatos, pruebas costosas-.
Otro punto a tener en cuenta es en quién se realizan los ensayos clínicos. Aquí no solo viene un problema ético -los ensayos se hacen en presos o indigentes en su mayoría-, sino también médico: en general, los ensayos no se hacen, por ejemplo, en niños, por lo que no se saben a ciencia cierta los efectos del fármaco en los infantes.
Además, en general los ensayos clínicos se realizan lo más rápido posible, sin tener en cuenta algunos puntos importantes -diabetes, hipertensión- y reduciendo la cantidad de personas que participan en el ensayo.
A menudo se crean nuevos fármacos, más costosos, que tienen el mismo efecto que otros anteriores con avances terapéuticos escasos o nulos.
El marketing farmacéutico desestabiliza muchos procesos de desarrollo de medicamentos. Cuando un medicamento se encuentra en la Fase I, desde el departamento de marketing salen encuestas de investigación de mercado, que guiarán a los científicos en las siguientes fases.
Los fallos de las personas
Goldarce plantea que muchas personas consideran que la industria farmacéutica funciona mal, pero pocos saben realmente por qué. Entonces, las críticas a las farmacéuticas tienen grandes errores de concepto, como que existen medicamentos para curar el SIDA o el cáncer, pero la industria no los vende porque no es rentable, o que la vacuna MMR causa autismo. Estos son errores que llevan, en general, a venerar la homeopatía, que si bien es útil en muchos casos, no puede curar determinadas enfermedades.
Las críticas a las industrias farmacéuticas tienen un sesgo importante, lo que hace difícil tomarse en serio la acción hacia los fallos reales de esta industria. Además, tienden a mostrar rechazo hacia la medicina y la ciencia, en vez de un afán de mejorar lo que está mal.
Soluciones para mejorar la industria farmacéutica
La industria farmacéutica puede mejorar. Podemos exigir comparar los nuevos medicamentos con el actual estándar de medicamento en lugar de con el placebo, elevar el nivel de evidencia de los ensayos, aumentar la transparencia y mejorar las vías de comunicación. Aparte, no deberían existir medicamentos “repetidos”, es decir, distintas farmacéuticas hacen medicamentos iguales -misma composición, mismo efecto-, debemos mejorar el sistema médico promocionando la mejora continua.
Goldarce no intenta decirnos que están mal los medicamentos, sino que intenta mostrar los secretos de la industria farmacéutica y nos anima a intentar mejorarlas. Tampoco debemos olvidar que gracias a las farmacéuticas hemos mejorado y solucionado muchos problemas de salud, por ejemplo, el SIDA ha pasado de ser una enfermedad mortal a una crónica.