El 4 de septiembre de 2012 comenzaron oficialmente las negociaciones entre el Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, mejor conocidas como FARC. Este " proceso de paz" busca parar la constante guerra que ha padecido el país por más de 50 años.
La decisión estilo Brexit de Colombia y las FARC

Cuando uno lo escucha así, parece que la respuesta es simple, fácil y unánime: Todos queremos paz. Pero hay que tener cuidado con este tipo de temas, especialmente cuando uno no los vive en carne propia.
¿ Por qué lo comparamos con el Brexit de Reino Unido? Porque Colombia fue a las urnas para votar en el plebiscito por la paz, aprobado por la Corte Constitucional. Esto quiere decir que el resultado de esa elección será acatado. La fecha exacta de este plebiscito es el 2 de octubre y solo tendrá dos opciones Sí o No.
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En una situación tan delicada parece demasiado simple. Sí, queremos paz. Pero el No, no necesariamente representa un rechazo a la paz, como tal. No exactamente. Sino al precio con el que viene.
Debemos recordar que, aunque muchos se refieran a ellos como "guerrilla" las FARC no son más que un grupo terrorista como el ISIS o cualquier otro. Y estas negociaciones estipulan que los líderes de este grupo terrorista no necesariamente cumplirán condenas de prisión. De hecho de ser aprobado, las FARC podrán participar en política, podrán elegir y hasta ser elegidos.
Imagínense por un momento que en la boleta de votaciones tienen entre los candidatos a personas que plantan minas, detonan bombas, asesinan inocentes, secuestran y se mantienen a flote con el tráfico de drogas.
Está muy bien pensar, estimular e iniciar un proceso de paz, pero ese proceso no puede venir con impunidad. Para ponernos en perspectiva, durante el propio proceso de paz las FARC secuestraron a un general del ejército colombiano. Antes de que las conversaciones de paz se hicieran oficiales, muchas llamadas de alto al fuego fueron truncadas por ataques de la guerrilla. De hecho las banderas blancas parecían siempre venir únicamente cuando los terroristas se veían acorralados.
Las FARC describen el proceso de paz como una forma de " buscar la paz con justicia social por medio del diálogo", lo que es interesante viniendo de una organización que se ha dedicado a imponer su ideología derramando sangre por más de cincuenta años.
" Por supuesto que quiero que acabe el conflicto", dice Alexa Sarmiento, una estudiante de 19 años, que aspira convertirse en trabajadora social. " Pero me parece que el Gobierno le ha dado mucho a las FARC. Pero si voto no, ¿entonces qué? ¿50 años más de guerra?".
Lo dicho, es una situación delicada. Porque nadie quiere que se mantenga el conflicto, pero no parece justo que los terroristas obtengan todo lo que quieran y que prácticamente no paguen por décadas de crímenes.
Es un tremendo dilema que se asocia con el Brexit porque parece obvio, pero es mucho más complejo que un sí o no. Una encuesta obtuvo como resultado que el 40% de los encuestados votarían en el plebiscito, de ellos el 70% lo haría a favor del proceso de paz. Pero otra encuesta indica que 84% cree que los líderes de las FARC deben pagar por sus crímenes en prisión, y más del 70% cree que no deberían poder participar en política.
Naturalmente que en una negociación ambas partes deben ofrecer algo, pero parece que aquí las FARC están obteniendo puro beneficio a cambio de nada. Sí, se supone que dejarían de atacar, secuestrar y matar, pero es que no debían haberlo hecho para empezar.
Solo imaginemos por un momento que el ISIS se ve acorralado y decide negociar una paz y el resultado sea que quedan libres y además pueden ser presidentes, diputados, alcaldes, gobernadores...
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