La ciencia asegura que el optimismo es una habilidad que todas las personas podemos aprender

Todos conocemos los grandes beneficios que tienen las personas optimistas, y es que tener una actitud mental positiva puede conducir a una vida emocional menos estresante y más estable, a una mejor salud e incluso a una recuperación más rápida de enfermedades y una disminución en las tasas de mortalidad.

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Si bien solemos creer que hay personas que simplemente nacen con una forma de ser más optimista y otras más negativa, la ciencia asegura que el optimismo es una habilidad que todos podemos adquirir.

Cambiando la conducta

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En 2010, el psicólogo positivo Michael Scheier realizó una serie de terapias conductuales que llevaron a las personas a adoptar un punto de vista más optimista.

Para que este tipo de terapias funcionen, se deben alejar a las personas de los patrones de pensamiento negativo, sobre todo aquellos que les impiden alcanzar sus objetivos.

Según el experto, ciertos tipos de pensamientos negativos fomentan el afecto negativo y llevan a las personas a dejar de tratar de alcanzar sus metas. Mediante la transición de estas terapias conductuales las personas logran reducir la angustia y fomentar el interés hacia alcanzar las metas.

Desarrollar el positivismo en todo momento

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Pero como sostienen los expertos, la terapia suele estar dirigida a reducir los pensamientos negativos pero no se hace suficiente hincapié en el aumento de los positivos.

Estudios anteriores como el de John H. Riskind de la Universidad George Mason en 1996, demostraron que las perspectivas positivas deben desarrollarse activamente.

Incluso con estos cambios en los niveles de pesimismo se logra disminuir la depresión moderada.

Las estrategias recomendadas por los expertos

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El Dr. Seligman, en su libro  Optimismo aprendido: Cómo cambiar tu mente y tu vida desarrolla una serie de estrategias que nos pueden ayudar a combatir el pesimismo

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La clave es ser conscientes de los patrones de pensamiento negativo e intentar desafiarlos, para eso es importante preocuparse más por vivir el momento que por el futuro, aceptar los errores, y buscar explicaciones alternativas que nos hagan ver los sucesos negativos desde otra perspectiva, mirando el lado bueno de las cosas.

Incluso Seligman plantea que la diferencia entre las actitudes tiene que ver con las conversaciones que solemos tener con nosotros mismos. Los pesimistas tienden a ver los malos eventos de la vida como parte de un estado negativo permanente del mundo, mientras que los optimistas prefieren superar ese resultado que puede parecerles decepcionante, confiando en que todo tiene una solución y que no todo es tan grave.

El pesimista necesita cambiar esos pensamientos y comenzar a incorporar pensamientos optimistas que lo ayuden a salir de esa nube de negatividad.

El autor del libro también distingue cómo los pesimistas tienden a pensar que todo es culpa suya, mientras que los optimistas entienden que hay otras personas o circunstancias externas que pueden ocasionar que los resultados no salgan como queremos.

Como dice la ciencia, el optimismo se aprende con estos constantes ejercicios de cambiar los pensamientos y adoptar una actitud diferente frente a las cosas que suceden en nuestras vidas. 

Ser conscientes de que somos humanos y que nos equivocamos es el primer paso para aceptar las derrotas sin que repercutan negativamente en nuestra personalidad. Tener metas accesibles, y confiar en nosotros mismos sin sobreexigirse también es clave para dejar atràs el pesimismo.

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Sus beneficios para la salud

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Aprender a ser optimista no solo ayuda a ver las cosas desde una mejor perspectiva sino que además tiene un impacto en nuestra salud.

Un estudio realizado en el Reino Unido examinó los efectos del optimismo sobre la previsibilidad de una lesión y el desempeño posterior a la lesión en deportistas.

El estudio reveló que a medida que los niveles de optimismo aumentaban en los deportistas, la probabilidad de ocurrencia de lesiones disminuía.

Como demostró la investigación, los individuos optimistas tienen una mejor promoción activa de su salud, hacen los ejercicios en la intensidad, frecuencia y duraciòn apropiadas y son conscientes de la importancia del descanso y la nutrición. Así como no responden al estrés durante situaciones físicas exigentes.

Las personas optimistas que regresan a hacer deporte mientras se recuperan de una lesión, son menos propensos a sentir desaliento, inquietud o aislamiento.

Y lo mismo puede trasladarse a las personas en el día a día. El optimismo nos ayuda a enfrentar las adversidad de la mejor manera para cuidar nuestra salud tanto fìsica como mental y vivir la vida de mejor manera. Deberíamos ser más conscientes de su increíble poder, ¿no crees?