La «ballena unicornio» utiliza una técnica muy particular para navegar en las profundidades del océano

El  narval es científicamente conocido como Monodon monoceros y comúnmente conocido como la « ballena unicornio». Se trata de una especie de cetáceo odontoceto que pertenece a la familia Monodontidae. En general, se encuentra en el mar del Ártico y en el Océano Atlántico.

PUBLICIDAD

Los machos de la especie se caracterizan por tener un aspecto muy particular. Uno de sus colmillos puede alcanzar un largo de dos metros y 10 kilogramos, tiene una apariencia helicoidal y forma un ángulo de aproximadamente 180 grados con el cuerpo del animal. La presencia de este diente ha sido estudiada por muchos científicos, reportando que parecería ser una señal del tamaño de los testículos para las hembras, podría ser utilizado en peleas como su defensa o parecería ser una especie de receptor sensorial.

Ahora, un nuevo estudio descubrió que este diente permite a los narvales desplazarse con una dirección sonar.

La ecolocalización de los narveles

Un equipo de investigación liderado por Kristin Laidre, una ecologista de la Universidad de Washington, investigó las habilidades de  ecolocalización que tienen los  narvales. Para ello, colocaron hidrófonos, que son transductores de sonido a electricidad que resisten al agua, en regiones donde se encuentran los narvales.

La ecolocalización es utilizada por muchas especies de mamíferos marinos para navegar en las profundidades del océano. En particular, los narvales viven en las aguas más oscuras del mundo bajo los bloques de hielo, donde pocas veces acceden a iluminación. Por lo tanto, en vez de percibir objetos con la visión lo hacen produciendo sonido (una especie de chasquido) y escuchando el eco que se genera para determinar lo que se encuentra en su entorno. El sonido que rebota es detectado por una región que se encuentra en la mandíbula del narval.

PUBLICIDAD

El sonido que emiten puede alcanzar un índice de 1000 chasquidos por segundo y no es percibido por el oído humano. Además, en el estudio se observó que el sonido emitido es direccional y esto les permite detectar por partes y con mayor precisión todo lo que se encuentra en su entorno.

El diente permite contribuye a la ecolocalización 

Una vez que el narval logró reconstruir su entorno, es capaz de detectar el movimiento de su presa o de otro animal de su especie mediante el diente. El mismo tiene como protección un esmalte externo que permite que sea sensible al menor estímulo.  

A nivel fisiológico, cuando el animal recibe el sonido lo que sucede es que el agua entra al diente a través de los canales de la región coronal del cemento y el líquido atraviesa una serie de redes tubulares hasta llegar al centro del diente dónde genera una excitación de los nervios enviando señales hacia el cerebro del animal. 

Este proceso es tan delicado como increíble. Sin duda, no es casualidad que el narvel vive en una región remota ya que probablemente esto le ha permitido sobrevivir a los disturbios generados por la polución sonora que sería devastadora para esta especie marina. 

Recomendaciones de la semana: