En los días de Jane Austen, se respiraba revolución. De hecho, esta escritora vivió dos de los hitos más significativos de nuestra historia: la Revolución de Estados Unidos y la francesa, en 1775 y 1789 respectivamente. Pero Jane fue más allá y llevó este afán de transformación a las letras.
Jane Austen y la lectura como la revolución interior que todos necesitamos

En este sentido, su realidad le resultaba demasiado apasionante como para limitarse a los castillos encantados sobre los que tanto había leído en su infancia. Así que se centró, tal como lo escribe en Emma, en «esos pequeños asuntos de los que depende la felicidad privada de la vida diaria». Sus novelas, de esta manera, se convirtieron en un tipo muy particular de espejo.
El reflejo del cuerpo: un retrato de palabras

En general, cuando hablamos de espejos, hablamos de apariencias. En este caso, estas parecen ser un buen punto de partida. Así que, antes de centrarnos en la esencia, procuremos contestar primero esta pregunta: ¿cómo era el aspecto de Jane Austen?
Solo tenemos una representación gráfica de Jane, un retrato que dibujó su hermana Cassandra. Pero, según la sobrina de la escritora, esta obra es «horrorosamente diferente» al aspecto real de nuestra escritora.
Para construir su imagen de Jane en nuestras mentes, no obstante, podemos apelar a la descripción que nos dejó su sobrino James-Edward Austen-Leigh en sus memorias:
«En persona, era muy atractiva; su figura era bastante alta y delgada, su paso liviano pero firme, y toda su apariencia sugería salud y vida. [...] tenía mejillas redondeadas, con una boca y una nariz pequeñas y bien formadas, ojos almendrados y un cabello castaño, que formaba rulos naturales en torno a su rostro. Si bien no era considerada tan atractiva como su hermana, su semblante tenía un encanto particular y único para los ojos que lo contemplaban».
El reflejo del contexto: «Si conoces algo, que sea tu mayor secreto»

En la Inglaterra de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, es probable que los ojos almendrados de Jane estuvieran algo cansados de leer palabras como las del moralista John Gregory:
«Pero si llegas a adquirir algún conocimiento, procura que sea tu mayor secreto, en particular para los hombres, quienes miran celosos y malignos a las mujeres [...] de entendimiento cultivado».
Jane se adherirá a esta especie de «secretismo». En este sentido, el «feminismo» de Jane Austen es más sutil que el de muchas de sus feministas contemporáneas, pero igual de determinante. Y es que el cambio que nos propone Jane es, al principio, intangible y supone construirnos desde dentro a partir de la lectura.
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El reflejo del alma: «conócete a ti mismo»
En un contexto en que las mujeres eran impulsadas a aprender solo lo que les asegurara un buen matrimonio, Jane Austen rescata un propósito vital ya defendido por los griegos: aprender para conocernos a nosotros mismos. Mediante la lectura.
Las más grandes heroínas de Jane Austen leen. Las novelas románticas transforman la manera de percibir el mundo de Marianne y el modo de transmitir sus emociones en Sense and Sensibility. En Pride and Prejudice, la lectura agudiza el intelecto de Elizabeth, y favorece su capacidad de comunicarse con su encorsetado entorno social para, finalmente, ayudarla a vencer los prejuicios que la apartan del amor.
A la luz de estas dos heroínas, me gusta visualizar los libros, en el mundo de Jane, como una cierta especie de espejos mágicos que lejos de devolvernos nuestra imagen, reflejan nuestro interior y, por sobre todo, nos ayudan a construirlo; corroen los prejuicios, nos conectan con nuestra identidad y expanden nuestra visión del mundo.
La revolución que todos necesitamos
La revolución a la que nos desafía Jane es interior ─y no solo atañe hoy a las mujeres─. Su revolución es la de los espejos y su objetivo es impulsarnos a trascender los reflejos de nuestros cuerpos. Solo debemos tomar ese libro que nos espera desde hace tiempo en la biblioteca y juntar algo de valor de leer nuestras almas. Y de expandirlas.
- Te invito a darle like a mi página como autora para comenzar esta revolución interior juntos.






